Hasta hace apenas cinco años, el volumen de turismo de negocios internacional en Mallorca era prácticamente testimonial. La apertura del Palau de Congressos de Palma, en 2017, abrió entonces una nueva oportunidad de crecimiento y ya en sus primeros años de andadura observamos los beneficios que ese nuevo modelo de turismo representaba. Dos años de pandemia de por medio no han hecho cambiar los fundamentales de esa gran apuesta estratégica que fue poner en marcha una infraestructura como esta. Todo lo contrario. En los momentos de mayor adversidad, el Palau de Congressos de Palma ha demostrado ser más útil que nunca.

Por eso, el último año no ha sido en vano. Durante el primer semestre, nuestras instalaciones siguieron cedidas al servicio de salud pública de Balears. Como compañía de sólidos valores familiares y con un fuerte vínculo a esta tierra, para Meliá Hotels International esta experiencia ha significado un estímulo de mejora para seguir reforzando el modelo de gestión responsable del Palau de Congressos y su compromiso social, ya que, desde el primer momento, uno de nuestros grandes objetivos y esfuerzos ha sido el de favorecer la integración del Palau en la ciudad, abriendo este espacio a todos sus residentes y visitantes, ofreciéndoles un nuevo punto de encuentro para reunirse, compartir conocimiento y experiencias y disfrutar de propuestas de ocio de calidad. Así pues, la medicalización de nuestras instalaciones ha reafirmado nuestra contribución a la sociedad en los momentos que más nos ha necesitado.

Por otro lado, la “hibernación” que vivimos en esos momentos, en cuanto a la paralización de la actividad regular del Palau, fue un tiempo bien aprovechado para reinventarnos y salir fortalecidos; un periodo en el que nos hemos adaptado a una situación excepcional que ha trastocado por completo la forma en la que se desarrolla el turismo y, especialmente, el de los eventos. Hemos trabajado codo con codo con las administraciones públicas y el Mallorca Convention Bureau para seguir generando confianza en el destino y preparar el camino de la recuperación; y esa colaboración fue clave para lograr un segundo semestre positivo, donde fuimos capaces de acoger grandes eventos presenciales, demostrando juntos nuestra capacidad de respuesta a las nuevas necesidades del cliente de negocios, esencial para reforzar la competitividad de nuestra marca-destino. Por ello, nuestro balance debe ser positivo, pues ante todo hemos despejado cualquier duda sobre la solidez y confianza de nuestro sector turístico. Mallorca sigue siendo un destino líder y así lo demuestran las perspectivas para esta próxima temporada.

Así, por tanto, es hora de mirar al futuro con optimismo. El paso a lo digital y los eventos híbridos no tiene vuelta atrás, pero es necesario recuperar la naturaleza primordial de los eventos: la presencialidad. Así, lo primero debe complementar a lo segundo, como vía para incorporar un mayor número de asistentes (y también una ventana para mostrar nuestro destino turístico a un nuevo público), pero el impacto social y emocional de los eventos presenciales no puede ser reemplazado por ninguna tecnología, como tampoco toda la experiencia que brinda el destino, donde nosotros tenemos tantísimo que aportar.
En esa mirada al futuro, sin embargo, no podemos olvidar las lecciones aprendidas durante la pandemia. La importancia de tomar decisiones responsables, de anteponer las necesidades de las personas y de cuidar nuestro entorno y el medioambiente. La industria de los eventos tiene una enorme capacidad de impactar positivamente en el destino, pues es una fuente inagotable de atracción de talento, de investigación, de cultura, de innovación y, en definitiva, de generación de riqueza y bienestar. El segmento MICE en Mallorca está dando sus primeros pasos y tiene un largo camino por recorrer. Así que hagámoslo bien, de manera responsable, trabajando juntos en la creación de un legado positivo para las generaciones futuras.l