Somos muy conscientes de que pasar la visita médica, recibir un diagnóstico y los consejos profesionales pertinentes para después regresar a casa sin pasar por la farmacia y no tomarnos los medicamentos obviamente no nos garantiza la curación. A veces esto también le ocurre a nuestro sector a la hora de ejecutar y medir la implantación de los planes estratégicos.

He tenido el privilegio de participar muy activamente en múltiples proyectos para analizar los problemas en destinos turísticos y contribuir en el desarrollo de planes estratégicos emitiendo recomendaciones, diagnósticos, objetivos y planes de acción. En los grupos de trabajo participan profesionales de prestigio, especialistas en todas las ramas y actividades turísticas. El liderazgo del proceso recae generalmente en la universidad o en una consultora de prestigio local o internacional respaldados por los representantes de todos los stakeholders -las partes interesadas público y privadas.

Una vez finalizada la tarea se inicia el proceso de puesta en marcha: plan de comunicación, prensa, se organizan reuniones sectoriales, conferencias y congresos. Los resultados siempre son acogidas positivamente: presentaciones con auditorios completos, aclamaciones y aplausos... pero cuando cae el telón... suele ocurrir que el proyecto se convierte en un mero documento, un estudio que termina en la estantería de la biblioteca o en un cajón.

Dicho de otra forma, aceptamos el diagnóstico y las recomendaciones, pero a partir de ese momento nos cuesta muchísimo poner en marcha el plan de acción... fallamos en la concreción y en la medición del resultado.

En este momento que parece que estamos saliendo de la pandemia y se vislumbra el retorno a la nueva normalidad se presenta una grandísima oportunidad para identificar e implementar las grandes transformaciones pendientes para afrontar los retos de transformación del sector y la mejora de nuestra competitividad y resiliencia. Más que nunca es imperativo realizar un plan estratégico inclusivo teniendo en cuenta las particularidades de cada isla y que garantice la participación activa de todos los agentes económicos y sociales.

El plan estratégico de ses Illes Balears para llevar a buen puerto la ejecución de los ejes principales ya está en marcha. La labor realizada por Impulsa y la realización del PETM en Mallorca son un paso importante en esta dirección, pero a mi entender falta consolidar Menorca, Eivissa y Formentera para responder de forma unificada a los retos principales: la circularidad, la sostenibilidad medioambiental, socioeconómica y territorial, la transformación digital y la desestacionalización. Sin duda esta respuesta en común nos va a permitir asentar nuestro liderazgo a nivel nacional e internacional.l