En el momento de escribir estas líneas hemos doblado en España la curva de la sexta ola de la pandemia que, por segundo año consecutivo, nos trastocó las Navidades y el pasado invierno. Sin embargo, la vacunación masiva y los tratamientos que los expertos ya manejan tras dos años de crisis sanitaria nos permiten ser optimistas de cara al actual ejercicio 2022.

Un ejercicio en el que debe llegar la recuperación definitiva, como bien señalan las previsiones económicas nacionales y, en nuestro caso, en Balears, las excelentes perspectivas de la temporada turística ya en ciernes. El turismo se acercará a los niveles de 2019 y, junto a él, el resto de las industrias y sectores empresariales de Mallorca y Balears también aspiran a situar sus cuentas de resultados en los números previos al estallido de la pandemia. Eso permitirá, sin lugar a dudas, que las colas del paro se reduzcan y que el Archipiélago balear vuelva a tirar del carro de la generación de empleo.

En este sentido, como presidente de la Asociación de Industriales de Mallorca (Asima), creo de justicia mostrar un reconocimiento en mayúsculas a los empresarios por la situación que han tenido que soportar las empresas tras dos temporadas de pandemia en la que hemos sufrido desde la situación de los ERTE, las trabas administrativas, el retraso en las ayudas y un largo etcétera hasta, no lo olvidemos, los constantes cambios en las normativas instauradas por la COVID. El esfuerzo y la resiliencia empresarial durante esta dura travesía del desierto posibilitará que en 2022 recuperemos el empleo perdido los últimos ejercicios.

No obstante, y viendo ahora la luz al final de este largo túnel, tenemos que ser sinceros y reconocer que no se ha valorado el esfuerzo humano y económico del empresario a la hora de mantener puestos de trabajo. Muchos empresarios tuvieron que completar la retribución de sus trabajadores en ERTE para evitar una merma en su poder adquisitivo. No podemos olvidar que durante dos largos meses, entre marzo y mayo de 2020, las persianas de todas las empresas se mantuvieron bajadas ante un confinamiento obligatorio que jamás nadie hubiera imaginado vivir. Y que, durante ese periodo de nula actividad, los empresarios tuvieron que hacer frente a numerosos pagos, tasas y otros gastos que provocó la ruina inevitable de algunos, pero también la oportunidad de reinventarse o simplemente el deseo de sobrevivir de la mayoría. Muchos jugándose de nuevo su patrimonio en beneficio común.

Ahora que el horizonte vuelve a despejarse, en consonancia con la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB), desde Asima siempre hemos defendido que para poder mantener la creación de empleo y que las Islas vuelvan a ser un referente económico nacional e internacional, es más necesario que nunca la colaboración público-privada, que los fondos europeos y otras ayudas que llegan desde diferentes administraciones locales, estatales o supranacionales alcancen el tejido empresarial. Son las empresas las que, de una forma u otra, alientan el mercado laboral, tiran de él, y para ello necesitan las herramientas públicas justas, ágiles y simplificadas.

Desde Asima siempre hemos reclamado confianza plena en el sector empresarial, el verdadero creador de puestos de trabajo, generador de riqueza y bienestar de la ciudadanía.

Nos acercamos a los 60 años de trayectoria empresarial en los polígonos de Son Castelló y Can Valero, desde que allá por 1964 un grupo de empresarios dinámicos, proactivos e innovadores, creyentes en el valor de la cooperación y el asociacionismo en defensa de los intereses empresariales, pusieron los cimientos de la primera asociación empresarial española. Seguimos creyendo en estos principios, en ayudar a las grandes, medianas y pequeñas empresas, también a los sufridos autónomos, a seguir aportando riqueza. Enfrente, necesitamos y solicitamos interlocutores que nos escuchen y que, con su ayuda, podamos seguir colaborando como hasta ahora en el desarrollo laboral y económico de Mallorca y de los mallorquines.l