—¿En qué medida beneficia al sector de restauración en la Isla el turismo residencial y vacacional?
—Cualquier actividad que atraiga personas a Mallorca genera un impacto positivo en el gasto y, por tanto, en el PIB. En el caso de la restauración, en su momento se pensó que el auge de plataformas como Airbnb sería una panacea para el sector. Sin embargo, hemos observado que, en un porcentaje muy alto, los turistas que se alojan en este tipo de viviendas también optan por consumir en restaurantes. Aunque es difícil de cuantificar con exactitud.
—¿Cree que esta clase de turismo está haciendo realidad la desestacionalización del sector?
—En el sector de la restauración no es suficiente. Puede que tenga un impacto en otros ámbitos, como el alquiler de coches, pero en nuestro caso no se ha notado de manera significativa. Al final, el factor clave para lograr una verdadera desestacionalización en las Illes Balears es la conectividad aérea. Lo que realmente marcaría la diferencia sería contar con más vuelos durante el invierno.
—Recientemente se ha notificado la queja del sector restauración en Mallorca por la pérdida de clientes locales como consecuencia de la subida de precios por los elevados costes que sufren, ¿el turismo extranjero se ve afectado también por esta casuística?
—En menor medida, ya que para los turistas no es un gasto recurrente en su día a día. Cuando estamos de vacaciones, solemos estar predispuestos a salir a comer y cenar varias veces por semana, porque forma parte de la experiencia del viaje. En cambio, para los residentes, este gasto es más difícil de asumir de manera frecuente.
—Cuando el turista se aloja en la Part Forana ¿consume en los restaurantes de la zona o prefieren conocer Palma?
—Creo que ambas opciones son atractivas. La Part Forana tiene un encanto especial, con una oferta gastronómica auténtica y productos locales de gran calidad, algo que los turistas valoran mucho. Al mismo tiempo, Palma ha hecho muy bien sus deberes a la hora de aportar una oferta gastronómica muy buena, elevando el nivel de sus restaurantes y convirtiéndose en un polo de atracción culinaria. Disfrutar de su gastronomía en el centro de la ciudad es, sin duda, un gran aliciente para quienes visitan la Isla.
—¿Cuál es la opinión del sector frente a la congelación de nuevas plazas turísticas hasta 2026?
—Creo que responde a una demanda social. Es una oportunidad para hacer una pausa y analizar hacia dónde se dirige Mallorca, evaluar el impacto del turismo y reflexionar sobre qué modelo queremos para el futuro. Es importante asegurar que el crecimiento turístico aporte valor a toda la sociedad.
—¿Desea añadir algo más?
—Es fundamental que cualquier actividad contribuya al desarrollo económico de las Islas. Sin embargo, en el sector de la restauración no hemos podido cuantificar con precisión su impacto, ya que un porcentaje muy alto del turismo en alquiler vacacional opta por abastecerse en supermercados en lugar de consumir en restaurantes.