Rosario Flores, Antonio Carmona y el dúo formado por Jaime Anglada y Carolina Cerezuela pusieron música al Festival 125 Veranos que conmemoró el aniversario del diario Ultima Hora. | Youtube: Ultima Hora/ producción Nova Televisió

1893. Caramba si ha llovido, el año que se patentaban la Coca-Cola y el motor diesel nacía La Última Hora, una historia que empezó analógica y sigue escribiéndose en digital. Para celebrar su 125 aniversario, esta casa reunió en la noche de este jueves un cartel encabezado por Rosario y Antonio Carmona, con el dúo Anglada & Cerezuela de escuderos de lujo. Así despegaba el Festival 125 Veranos ante más de 3.000 personas que ocupaban la explanada de Son Fusteret.

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«Molt d?anys Ultima Hora!», exclamaba Jaime Anglada antes de que Cuentas pendientes invadiese el recinto. Seguidamente, fue el turno de La voz que canta, otro tema extraído del álbum Manzana de caramelo. Y a continuación, Cridaré el teu nom, una canción que Carolina Cerezuela dedicó a «todos los mallorquines». El dúo desprende química, tras dos años en el candelero se entienden con la mirada y ese feeling se traslada a las canciones, que en directo suenan más robustas. Anglada y Cerezuela alzaban el telón de esta cita con tintes solidarios, pues cabe destacar que una parte de la recaudación del Festival 125 Veranos se cederá a Aspace, la Asociación de Parálisis Cerebral de Balears.

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«Felicidades a Ultima Hora, es muy difícil estar ahí cada día», fue el guiño de Antonio Carmona. El granadino exprimió los 100.000 vatios de luz y 40.000 de sonido que equipaba el recinto. Empezó con Dale luz, un título de Obras son amores, tercer LP de su colección particular tras una quincena de discos con los añorados Ketama. Siguió Mencanta, un corte que subraya su polivalencia y su amor por el mestizaje latino. En sus numerosos parlamentos, el cantaor derrochó simpatía y se metió al público en el bolsillo.

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Y llegó el momentazo de la noche, Rosario tomó el escenario entre vítores, su misión: combinar baladas y medios tiempos con sus clásicos más ardientes. Pan comido para la pequeña del clan Flores, que mantuvo el tipo y la voz sin apartarse ni un milímetro de su estándar de calidad. Uno tras otro fueron cayendo sus temas más significativos, no se dejó ninguno en el tintero. Sin duda, la espigada artista no necesita invocar la nostalgia para meterse al público en el bolsillo. Lo hace con su dominio de la situación, con una presencia escénica que lo llena todo y, claro, con canciones trufadas de ritmo. Vengo con mucha ilusión, dedicó al respetable antes de atacar Mi piel, uno de los títulos más sofisticados de su último trabajo discográfico, Gloria a ti. Pero fueron sus hits los artífices de los momentos más intensos. Sus fans, dueños de las primeras filas y de las gargantas más participativas, entonaron un karaoke colectivo que casi ahoga su voz. Ahí estuvieron vivos los ingenieros de sonido de Grup Trui, que reaccionaron a tiempo para evitar que la voz de la madrileña acabara sepultada bajo la multitud. Qué noche.

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