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A finales de verano de 2000, la imagen de la Mare de Déu del Carme fue profanada en Cala Rajada. La talla, hecha en mármol, que presidía el altar de la Parroquia del Carme, fue víctima de un acto vandálico que indignó a la población. La Verge fue completamente destrozada, rota en pedazos y no se pudo hacer nada por recuperarla. Se trataba de una pieza de los años 50 que estaba en la parroquia desde su abertura. Tras la profanación sólo quedó la cabeza de la Verge que fue trasladada a Barcelona para su posterior restauración, pero no fue posible. Así los devotos y fieles perdieron la escultura de su patrona, la que vela por los marineros.

Ahora, diez años después, una nueva imagen vuelve a presidir la parroquia gracias a la dedicación, a la entrega y al intenso trabajo realizado por Assumpció Gomila, religiosa del Verbum Dei, que ha sido la autora de la nueva escultura de la Verge del Carme que ya está sobre el altar y que será bendecida por el Obispo el próximo día 2 de enero.

La imagen muestra una Verge próxima al pueblo. Así lo explica su escultora. «Hemos querido ofrecer una imagen de una Virgen cercana a la gente. Hay que trasladar el mensaje de que Ella y Jesús están entre nosotros. La Verge está sentada encima de una roca porque simboliza que apoya su vida en una roca firme como es la experiencia de Dios». Assumpció Gomila la ha dejada descalza, «porque ésta es la actitud de la persona. Desnudarnos ante Dios». También se puede ver que el niño que la acompaña es un poco mayor que de costumbre: «He hecho un niño de siete años, porque a esta edad ya empiezan a entender la vida».

El material que se ha empleado es exaduro, un yeso que permite modelar y da libertad de movimiento. «La Iglesia ha de optar por un material sencillo. Lo importante no es la perfección sino aquello que expresa». También hay en la escultura los elementos marineros como una estrella y una áncora puesto que los marineros tienen una gran devoción por su patrona.

La talla hace casi 2 metros de alto y pesa alrededor de 160 kilos. Fue realizada por Gomila en su taller de Palma, junto con su grupo de trabajo, y los trabajos de desplazamiento fueron arduos, ya que se tuvieron que hacer con un camión e instalarse con una grúa.

El rector Miquel Mulet asegura que «el proceso ha sido largo. Cuando la escultura fue estropeada se trasladó a Barcelona. Se encargaba Mossén Llabres, presidente del Patrimoni Diocesano. Luego falleció y ya tuvimos que buscar otra opción. Barajamos la posibilidad de adquirir una imagen hecha, pero lo descartamos. Al final, encontramos a una escultora que reunía los requisitos que ha conseguido una talla muy cercana a la gente».