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Con capacidad para nueve mil personas, anoche se inauguró el nuevo recinto de Son Fusteret. El multitudinario concierto que Fito & Fitipaldis y La Cabra Mecánica ofrecieron sirvió de excusa para exhibir todo el esplendor de sus más de 54.000 metros cuadrados. Un acertado escenario abovedado ofreció un sonido de lujo para los 9.000 seguidores que se agolparon en este recinto de temperaturas bajas. Y es que el termómetro cayó unos grados en esta despejada zona de Ciutat y muchos recuperaron guantes y bufandas.

El recinto de Son Fusteret nace con vocación de convertirse en punto de referencia de la capital, para albergar una actividad permanente de actividades culturales y de ocio al aire libre. Ayer, en su presentación oficial, no faltaron ambulancias, mucha policía y los clásicos puestos de merchandising -por cierto, muy concurridos-, además de barras de refrescos y comida.

La Cabra Mecánica fueron los primeros en subir al escenario y regalar clásicos como Felicidad. Aunque los apadrinados por Sabina mueven bastantes seguidores, el aforo se terminó de completar cerca de las 23.00 horas, cuando estaba previsto el saludo de Fito Cabrales. Con sus tejanos, su clásica gorra y desafiando al frío mallorquín, en manga corta, el líder de la banda inició su actuación con Antes de que cuente diez, single que da título a su nuevo LP, disco de oro una semana después de su publicación.

Custodiado por cinco músicos y un gran pantalla de fondo, el bilbaíno fue desgranando algunos temas de su último disco, pero también recordó anteriores. Así, se escucharon, entre otros, Un buen castigo, Me equivocaría otra vez o Viene y va; sin embargo, fue con el hit Por la boca vive el pez cuando Fito comenzó a interactuar con el público mallorquín, muy entregado al trabajo de esta banda que visitó Palma por última vez en el año 2007, cuando ya ofrecieron una buena muestra de sus letras, de todas aquellas coleccionan historias personales, en cuya cotidianidad resulta fácil reconocerse. Fito & Fitipaldis adolecen de carga literaria, pero rebosan la fuerza interpretativa necesaria para cautivar a los paladares de trazo grueso, a la masa popular. Un buen pellizco de esa masa, seguidores veintañeros y treintañeros sobre todo, se hizo notar ayer en un Son Fusteret, que aprobó en su estreno.