Novak Djokovic celebra su victoria sobre el estadounidense Taylor Fritz en las semifinales de la Copa de Maestros que se disputa en Turín. | Efe

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La final de la Copa de Maestros que se celebra en Turín será la última oportunidad del año para ambos contendientes, el noruego Casper Ruud y el serbio Novak Djokovic, de alzarse con una gloria que les redima, por motivos diferentes, de las respectivas espinas clavadas de la temporada. El de Belgrado parte como claro favorito a una final a la que no acudía desde 2018 y que no gana desde 2015. Llega invicto, exhibiendo superioridad y habiéndose medido al griego Stefanos Tsitsipas, a los rusos Daniil Medveded y Andre Rublev y a la revelación del torneo, el estadounidense Taylor Fritz.

'Nole' está en otra liga para Fritz y Medvedev, así lo aseguraron ambos en rueda de prensa tras sucumbir ante un cinco veces maestro que se siente superior en este final de temporada, y que reconoció llega en un gran estado de forma y en un torneo cuyas características -pista dura y cubierta- le han favorecido históricamente. Lo hace con la vista puesta en dos objetivos. El primero, deportivo: igualar al suizo Roger Federer con seis Copas de Maestros y sentarse en el escalón más alto de un torneo que se le sigue resistiendo a Rafa Nadal. El segundo, de carácter económico: Y es que puede hacerse con el premio más alto de la historia del tenis en caso de salir vencedor, casi cinco millones de euros. Además el serbio buscará mediante una victoria encauzar la temporada más extraña de su carrera, marcada por la polémica fuera de las pistas por su negativa a vacunarse de la COVID-19, una decisión que le dejó fuera del Abierto de Australia y del Abierto de Estados Unidos y que le ha relegado al séptimo puesto del ránking.

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En frente tendrá a Ruud, el finalista de Roland Garros y del Abierto de Estados Unidos, dos torneos en los que se quedó a nada del ansiado éxito que busca en este, de la que le apartaron dos españoles como Rafael Nadal y Carlos Alcaraz. Consagrado ya entre los mejores, es la ocasión perfecta de venganza contra las finales para el de Oslo, que recoge el testigo que dejó el sueco Stefan Edberg en 1990 y se convierte en primer escandinavo que accede a la final de la Copa de Maestros veintidós años después, y poner así el broche de oro a la mejor temporada de su carrera, batiendo al favorito en la final de finales.

Sea como fuere, por los motivos que tengan, ambos buscarán la gloria que rozan con los dedos en el Pala Alpitour de Turín. Las dos mejores raquetas de la temporada se medirán en un encuentro a todo o nada en el que solo podrá quedar uno en pie y levantar al cielo de Turín uno de los entorchados más prestigiosos del tenis. Uno logrará su objetivo, pero ambos acabarán la temporada con la honra que les corresponde tras una temporada para el recuerdo.