Imagen de Rafael Nadal y Alexander Zverev | Efe

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El día que cumple 36 años Rafael Nadal quiere regalarse una nueva final de Roland Garros, donde hoy (14:45/DMAX y Eurosport), en el penúltimo escalón hacia la gloria, le aguarda Alexander Zverev. Una vez más, casi como si de una tradición se tratara, soplará las velas en tierras francesas y su deseo, además de salud, será un billete para la gran final del domingo en la que sueña con levantar su decimocuarta Copa de los Mosqueteros. París respira aroma a partido grande porque el rey quiere reclamar de nuevo su corona. Tras salir airoso de su batalla con Novak Djokovic tiene que acabar con la resistencia de un nuevo aspirante a jerarca del planeta tenis. Crecido después de derribar al número uno con otro recital de golpes y fortaleza mental, Nadal, sin rastros visibles de su herida crónica e incurable en el pie izquierdo, se sitúa frente a frente con el verdugo de Carlos Alcaraz para obsequiarse otra posibilidad de engrandecer su historia. Zverev, rearmado también por sacar adelante los cuartos ante una gran amenaza, es su rival a batir antes de aspirar al título ante el ganador del Casper Ruud-Marin Cilic, cuya semifinal carece de la envergadura del envite que mide al mallorquín y al alemán.         

Nadal, con todo su arsenal a punto, encara a un rival peligroso, que puede presumir de nivel desde el fondo, un gran revés y misiles con el servicio desde sus 198 centímetros. Imponer su derecha y evitar que el de Hamburgo golpee desde posiciones cómodas formarán parte de su plan. Sin embargo, llegados a estas instancias es cuando la jerarquía también eleva su trascendencia. Más allá de las estadísticas, las tácticas, el estado de forma, la suerte, el talento o el físico, en el deporte existe un intangible grabado a fuego en el ADN de los fueras de serie. Se trata de ese plus, ese punto o golpe en una situación límite que marca las diferencias entre los muy buenos y los más grandes. Nadal lo tiene. Lo ha forjado en muchas batallas y lo ha sacado relucir en los mejores escenarios del planeta tenis. La última vez, ante Djokovic, cuando jugó su mejor partido del año cuando los pronósticos y los presagios alimentaban las esperanzas del serbio. La mentalidad, la determinación y la fe inquebrantable en la victoria han forjado su leyenda y en esta batalla mental puede estar precisamente uno de los puntos débiles de su adversario. Zverev lo tiene todo para ser el número uno y de hecho puede serlo el domingo si levanta la Copa de los Mosqueteros, pero sus altibajos han lastrado sus opciones en más de una ocasión y pueden ser un error fatal ante el competidor por excelencia del circuito. 

La experiencia, como no puede ser de otra manera cuando hablamos del jugador con más títulos de Grand Slam de la historia, juega a favor de Nadal, que alcanza sus decimocuartas semifinales de Roland Garros con sólo una derrota en esta ronda. El alemán ya no es un advenedizo ni en las grandes citas ni en el Grand Slam francés, donde encadena su tercera presencia en las semifinales, pero su gestión emocional de este tipo de encuentros está lejos de la que es capaz de hacer el balear, que ha convertido la Philippe Chatrier en su coto privado tras trece títulos. Nadie maneja ni las condiciones ni las dimensiones de la central como él y, además, contará con el apoyo incondicional de la grada. Sus palabras advirtiendo que cada vez le quedan menos partidos en París han generado un gran ambiente a favor del rey del torneo.             

Los duelos directos arrojan un balance favorable al manacorí, que domina seis a tres el cara a cara. El de esta tarde será su sexto enfrentamiento sobre tierra batida y en cuatro de los cinco anteriores la victoria fue para el mallorquín. No obstante, Zverev, dirigido por el bicampeón de Roland Garros Sergi Bruguera, sabe lo que es doblegar al rey de la superficie roja, ya que el año pasado se impuso en su partido de cuartos de final en el Masters 1000 de Madrid, y también llega al choque con la confianza que le confiere haberse impuesto en tres de sus cuatro duelos previos.

Aunque alguno pueda pensar que el favorito es Zverev por tener mejor ranking, lo cierto es que en pocas ocasiones ha pesado menos la clasificación y el ‘manacorí’ es considerado por todos como el máximo favorito para la victoria, no solo hoy, sino en el torneo. Enfrente tendrá al ganador del Ruud-Cilic, una semifinal de un nivel sensiblemente inferior tras las eliminaciones prematuras de Tsitsipas y Medvedev, los dos principales cabezas de serie por la    parte baja de cuadro.