Imagen de Rafael Nadal durante un entrenamiento previo a su debut en el Masters 1.000 de Montecarlo. | ATP

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Dos meses de disputar su último encuentro en los cuartos de final del Abierto de Australia, Rafael Nadal regresa este miércoles a la competición para dar el pistoletazo de salida a su temporada de tierra batida. El manacorí inicia su andadura en el Masters 1.000 de Montecarlo ante el argentino Federico Delbonis, que ha superado en primera ronda al francés Adrian Mannarino.

El encuentro entre Nadal y Delbonis se disputará este miércoles a partir de las 14:30 aproximadamente y se podrá seguir en directo por televisión a través de Movistar Deportes, que ofrece íntegro el torneo aunque algunos encuentros también se podrán ver a través de otro canal de la misma plataforma como #Vamos. El choque del balear y el argentino ha quedado programado en el tercer turno de la pista central, que alzará el telón con el duelo Rublev-Caruso, al que seguirá el Sinner-Djokovic. Una vez que termine el encuentro entre el italiano y el serbio será el turno del de Manacor.

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Nadal, que ha visto como el positivo por coronavirus del ruso Daniil Medvedev dejaba sin poder competir a una de las principales amenazas que aparecían por su parte del cuadro de competición, estaba exento de la primera ronda del torneo y entra en acción directamente en la segunda ante Delbonis, con el que se ha enfrentado en cuatro ocasiones siempre con victoria para el mallorquín.

El número tres de la clasificación mundial, que nunca antes había llegado con tan pocos partidos en sus piernas a estas alturas del curso, ha dejado atrás los problemas en la espalda que le impidieron tomar parte de los torneos de Rotterdam, Acapulco y Miami y encara el tramo más importante de la temporada. El desembarco en la tierra batida es una parte capital del curso y Nadal tiene previsto jugar en Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roma para culminar la gira en Roland Garros. Aunque en su plan inicial están todos los torneos previos, será su físico el que marcará sus posibilidades, porque el objetivo final no es otro que París y no asumirá riesgos que puedan comprometer su presencia sobre la arcilla gala.