El tenista de Manacor ha derrotado con comodidad al argentino Diego Schwartzman. | YOAN VALAT

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Rafael Nadal tiene una nueva cita con la historia. El mallorquín disputará este domingo su decimotercera final de Roland Garros ante Novak Djokovic tras deshacerse este viernes de Diego Schwartzman en el penúltimo escalón hacia la gloria por 6-3, 6-3 y 7-6 (0) en 3 horas y 8 minutos. El manacorí disputará su vigésimoctava final de Grand Slam en su primera oportunidad de alcanzar el tope de 20 majors de Roger Federer, aunque será con la oposición del número uno del mundo, que sudó para acabar con la resistencia del griego Stefanos Tsitsipas.

Para lograr su triunfo 99 en Roland Garros, Nadal tuvo que emplearse a fondo contra el rival que le endosó hace unas semanas su única derrota tras el confinamiento en el Masters 1.000 de Roma y que durante el primer set, que superó la hora de juego, tuteó al defensor del título.

«Diego llegaba en una gran forma, ya me lo había demostrado y lo corroboró aquí contra Thiem. Es uno de los rivales que más te puede romper el saque, ha sido una victoria muy trabajada», señaló el español.

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Diego Schwartzman durante el encuentro contra Rafa Nadal.

En su primera incursión entre los cuatro mejores de un Grand Slam, el argentino se marchó con la cabeza alta y con la convicción de que no está tan lejos de los mejores. Aunque no tendrá premio en forma de título, Schwartzman se llevará la recompensa de entrar por vez primera en el ‘top 10’, puesto que el lunes será octavo de la clasificación mundial, la guinda del pastel de su temporada en progreso ascendente. ‘El Peque’ lo intentó, pero estuvo mucho más errático (48 errores no forzados) y sólo tuvo opciones reales en el tercero. Pese a todo, gozó de doce bolas de ‘break’, un aspecto que debe mejorar el manacorí de cara a la final.

Salió el sol y el día tuvo tintes primaverales en esta edición otoñal. Los abrigos y bufandas dejaron paso al más típico sombrero blanco, hasta el punto de que el torneo tuvo casi la misma pinta que en mayo y junio.

Hasta se vieron banderas españolas entre el millar de espectadores, cifra limitada por las medidas de seguridad contra la COVID-19, y los gritos de «Allé Rafa» y de «Vamos Diego» rompieron el tono monótono de esta edición del torneo. El sol, tan esperado, fue sin embargo molesto para el jugador del fondo de la tribuna de presidencia, porque la sombra que hace el nuevo techo de la pista perturba la visibilidad.

Progresión

Roland Garros se pareció algo a Roland Garros, también en la pista, donde el mallorquín prosigue su trayectoria inmaculada en los últimos escalones del torneo, sin derrotas a partir de semifinales, cuando su juego ya se ha rodado suficiente y alcanza su más elevado nivel. Nadal solo ha cedido dos sets en semifinales y Diego Schwartzman no le robó ninguno, aunque frente al argentino el partido fue un intercambio de zarpazos, interminables idas y venidas de bola.

El argentino tuvo opciones en el primero, más disputado de lo que dice el marcador, que sobrepasó la hora de juego y en el que ambos tuvieron alternativas. Pero mientras Schwartzman solo aprovechó una de las bolas de rotura de que dispuso, Nadal ganó las dos que tuvo y no dejó que su rival se apuntara su servicio hasta el sexto juego, cuando el reloj ya marcaba 45 minutos de partido. El mallorquín mantuvo la ventaja y se apuntó la manga. Si ya era difícil la tarea que traía el argentino, destronar al rey en su feudo, con un set por debajo parecía titánica y el bonaerense debió sentir el peso de la dificultad, porque su tenis perdió un punto de tensión. No se fue del partido, pero cedió la iniciativa al balear, que a la segunda intentona ya le arrebató el saque, sin que pareciera en condiciones de reaccionar un Diego Schwartzman que se fue desdibujando.

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Solo en el sexto juego hubo un intento de rebelión, tibio, un 0-30 que coreó el público deseoso de que el duelo recobrara brío. Pero lo acalló el español con un par de golpes magistrales. No tiró el partido el argentino, que en el tercer set cedió su saque, pero lo recuperó en el quinto y de nuevo, tras cederlo al siguiente, en el séptimo.

Dispuso de tres bolas de rotura en el décimo, que le hubieran puesto en situación de servir para apuntarse el set, pero de nuevo las dejó escapar. Forzó un juego de desempate en el que perdió la precisión y cometió varios errores que no le permitieron disputarlo.

Novak Djokovic abortó a tiempo el intento de remontada de Tsitispas, que tras perder las dos primeras mangas forzó una quinta, antes de inclinarse por 6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1 en 3 horas y 54 minutos.

Sufrimiento

Tenía encarrilado el serbio el partido, dominando las embestidas del fogoso griego de 22 años. Con 5-4 en el marcador del tercer parcial, dispuso incluso de una bola de partido, cuando ni se habían jugado tres horas. Pero la levantó el heleno y eso le revigorizó, soltó su brazo y comenzó a atacar el juego del serbio, que reculó y se vio superado.

Se anotó el set Tsitsipas y aunque el serbio parecía decidido a dejar ahí el mal, tropezó una y otra vez a la hora de convertir las pelotas de rotura. Hasta 11 tuvo en esa manga, pero solo convirtió una.

La resistencia del griego no dio para un quinto set. Tsitsipas ya remontó un 2-0 en contra ante Jaume Munar, en su primer triunfo a cinco sets en París, pero esta vez el rival era de más talla. Hincó la rodilla el heleno, orgulloso de haber superado su mejor actuación en París y haber alcanzado sus segundas semifinales de un grande.