Rafael Nadal posa con la Copa de los Mosqueteros en los vestuarios de Roland Garros. | ©Nicolas Gouhier / FFT

TW
1

El cansancio y una gran satisfacción se filtran en las palabras de Rafael Nadal antes de dejar su cuartel general durante estas semanas en el Meliá Paris Tour Eiffel. Son poco más de las 9 del lunes y atiende a los medios españoles desplazados para cubrir un Roland Garros con final muy feliz tras empezar la temporada de tierra sintiendo la necesidad de parar por culpa de las heridas físicas y mentales que venía arrastrando desde el año pasado.

¿Le ha cambiado la perspectiva del título pasadas unas horas?
- No, la verdad es que desde que terminé, hice el control, atendí a los medios, llegué al hotel, me cambié en dos minutos y en la cena había un montón de gente a la que atender. Luego me fui directo a la cama, me levanto y aquí estoy. No he tenido mucho tiempo más que para estar muy contento. Ahora tengo ganas de descansar y desconectar.

¿Cómo va a desconectar?
- No lo sé, creo que el mar no está en las mejores condiciones y voy a hacer otras cosas.

¿Durante este período de descanso echa de meno el tenis?
- No, el tenis es una parte importante de mi vida pero no lo único. Hay muchas cosas que me hacen feliz, como pasar tiempo con las personas que quiero. A nivel de desconectar no hay mucho tiempo hasta Wimbledon. La perspectiva hacia lo que viene es diferente y tengo que darme la oportunidad de llegar preparado. Ahora necesirecuperarme mental y físicamente.

¿Prefería a Djokovic o a Thiem?
- No lo tenía claro a nivel tenístico. Son dos jugadores diferentes y los más difíciles en esta superficie. Como no tenía impacto en lo que podía suceder, miré la semifinal lo que pude y me encargué de estar bien, porque estando bien iba a tener mis opciones con los dos.

Doce Roland Garros, 93 victorias en 95 partidos en París ¿qué le dicen estos números?
- Lo mismo que a todos. Es algo especial que ha ocurrido en el deporte y me siento muy feliz y agradecido de haber sido parte y de haber vivido estas cosas. Lo vivo desde el día a día y desde la normalidad.

¿De los 93 cuál ha sido el más duro? ¿Recuerda todos sus partidos?
- La semifinal de 2013 con Novak Djokovic (6-4, 3-6, 6-1 6-7 y 9-7). Antes me acordaba de todo y ahora de lo importante. Es imposible recordarlo todo.

¿Se siente invencible en tierra?
- Para nada, este año me han ganado tres.

¿Y en París?
- Otros años me he sentido más seguro porque llevaba un bagaje más positivo, pero me sentía realmente bien y que podía competir por lo que he competido. Ganar o no ganar es otra cosa.

Está en todas las portadas y se resaltan sus logros y sus valores ¿abruma?
- No. Agradezco todos los elogios y, más que abrumarme, tengo una emoción contenida con los picos de alegría o tristeza. Me considero una persona emocionalmente estable y me ayuda a soportar los elogios y las críticas.

Noticias relacionadas

Entre tantos elogios podría explicar alguno de sus defectos...
- Tengo muchos defectos, si hubieras visto mi habitación... Soy aplicado pero no ordenado. Tengo mis defectos como todo el mundo. Creo que dentro de lo que cabe tengo una de las cosas más importantes para ser feliz que es tener a los amigos de siempre, a mi familia, un buen entorno... Mi mayor virtud es tener al lado gente buena que me ayuda.

Roland Garros 2006 fue especial porque venía de una lesión grave ¿tiene este título un sentido similar?
- Es una historia diferente. En 2005 las perspectivas eran malas porque los médicos veían complicado que siguiera compitiendo al mismo nivel y yo estaba empezando. Era el dos del mundo y quizás no podía volver a hacer aquello para lo que me había preparado. Fue un golpe duro, pero ahora tengo una carrera mucho mejor de lo que hubiera soñado y la perspectiva es totalmente distinta. Ningún caso me quita estar agradecido por las cosas que me ha dado la vida y mi carrera. He tenido la mano, la rodilla, la operación en el pie... son cosas que inhabilitan de la vida profesional pero también afectan a la personal a la hora de hacer lo que te hace feliz.

¿Cómo ha terminado físicamente?
- Bien, cansado. No sólo por el torneo, ya que he jugado cinco en tierra y en los primeros tres llegué a semifinales, lo que supone que sólo he jugado tres partidos menos de los máximos posibles. He jugado mucho con lo que eso conlleva a nivel emocional, de tensión diaria. Estoy cansado pero muy feliz y satisfecho de la evolución en general de la temporada.

Ha hablado de su cambio de actitud en Barcelona ¿estaba harto?
- Estaba cansado de tener dolor. No sólo es tener dolor jugando al tenis, es tener más problemas de la cuenta en la vida diaria. En los últimos 18 meses me han ocurrido muchas cosas, la mayoría las sabéis, otras no. No ha habido ningún torneo en el que no me haya pasado algo. Uno se cansa de tomar más antiinflamatorios de la cuenta o de buscar soluciones que a la larga no pueden continuar. Después de la primera ronda de Barcelona fue mi momento más bajo y a partir de ahí hago un cambio importante. Empecé desde abajo y cada día y cada semana han sido un paso adelante que se ha conseguido con actitud y voluntad positiva y con la ayuda de todo el equipo.

¿Llega a cogerle manía al tenis?
- Sería un desagradecido si le tuviera manía. Es un tema personal de tener problemas que me han quitado la opción de disfrutar de entrenar. Cuando ocurre más veces la cabeza tiene un bajón. Pensé en la posibilidad de parar un espacio de tiempo no muy largo para regenerarme.

¿Cómo percibe desde la pista todos los cambios en su juego?
- No son fruto de un día, ni de un año, es la evolución lógica porque las piernas no son las mismas que en 2005. Tienes que suplir cosas que vas dejando y añadir otras. La posición, el entendimiento del juego... la única manera de seguir estando competitivo al nivel que estoy es tener la ilusión y la determinación por estar ahí. Para hacer que ocurra hay que evolucionar. Tengo un juego diferente en tierra, pero no he perdido la esencia.

¿Qué ha sido lo más dificil en este proceso?
- Nada es muy difícil, lo difícil es mantener la ilusión por mejorar y encontrar soluciones. No se trata de un cambio radical, son pequeños cambios que vas haciendo todos los años. Es un proceso lento pero lógico. Todo se resume en buscar soluciones.

¿Carlos Moyà es más entrenador o amigo?
- Es entrenador y compañero mío desde hace muchos años. No porque mi tío sea entrenador dejó de verlo como tío y con Carlos es igual. Llevo la tira de años con él y es una relación personal más que profesional. Igual con Rafa (Maymó) y con todo el equipo. Todos ellos son amigos cuando tienen que serlo y profesionales cuando me tienen que apretar. Carlos llegó en un momento en el que fue aire fresco para mí. Introducimos una forma diferente de entrenar. Es una persona ordenada y que me facilita el día a día y es un apasionado del tenis que conoce a todos los rivales y a mí.

¿Ahora que vienen los meses más complicados para las articulaciones tiene miedo de volver a lesionarse?
- No porque si lo tuviera ya no lo afrontaría. No pienso en lo que puede ocurrir, pienso en el rival y en la bola más que en el físico. Si ocurren cosas se le pone remedio. Mi calendario es variable y se va adaptando a mis necesidades. El año pasado jugué nueve torneos. La gente se acuerda de mí jugando y jugando, pero eso ha dejado de existir. Mi calendario está más seleccionado e intentando preservar el físico y alargar al máximo mi carrera.

¿Cuántas veces se hace una resonancia o se somete a tratamiento?
- Es complicado. No me gusta repetir las cosas porque quedas como un mártir y en realidad soy un afortunado. Me he metido muchas veces en el tubo, que es algo que no me gusta nada.

Los últimos dos años se apuntó en Queen?s y se dio de baja y este año no tiene previsto jugar antes de Wimbledon...
- Gané aquí y me tuve que borrar cuando tenía un acuerdo con el torneo. Si va mal decidimos jugar o nos iban a dar la invitación si la hubiéramos pedido. Los últimos años han sido buenos, porque me he sentido con opciones sin necesidad de jugar un torneo previo y llevando la preparación adecuada.