El tenista español Rafa Nadal devuelve la bola durante el partido contra el australiano Bernard Tomic. | Efe

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Rafael Nadal dio carpetazo a las esperanzas locales con un acreditado triunfo ante Bernard Tomic, el último reducto oceánico, sometido a la autoridad del número uno del mundo, que avanzó a los octavos de final del Abierto de Australia tras imponerse por 6-2, 7-5 y 6-3.

Nadal, el quinto español que alcanza la cuarta ronda del primer Grand Slam de la temporada junto a David Ferrer, Fernando Verdasco, Nicolás Almagro y Tommy Robredo, algo sin precedentes en esta competición, sacó adelante el compromiso sin excesivos contratiempos.

No fue la mejor versión del número uno del mundo. No hizo falta. El español transita con sosiego por la primera semana del torneo. Sin un gasto excesivo de energías. Ni con el brasileño Marcos Daniel, ni con el estadounidense Ryan Sweeting, ni con el prometedor tenista de Australia, de origen alemán y ascendencia croata.

Los tiempos felices pasaron para el tenis australiano, agarrado a cualquier viento fresco para tomar esperanza. Es el caso de Tomic. Situado en el puesto 199 del ránking fue acogido como la esperanza del país. Queda mucho para eso.

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En la Rod Laver Arena, donde previamente la Petra Kvitova dejó sin australianas al cuadro femenino con su victoria sobre Samantha Stosur, Bernard Tomic tampoco exigió demasiado de Nadal.

El australiano, campeón júnior del Abierto en el 2008 tiene madera. Posee los golpes. Pero carece de continuidad y de una mentalidad estable que prolongue sus intenciones.

Fue evidente en el segundo set, que afrontó después de que Nadal hubiese logrado el primero, sin perder su saque, por 6-2 sin alardes excesivos. Tomic se situó con 4-0 después de arrebatar en dos ocasiones el servicio del español. Entonces le tembló el pulso.

Un pequeño acelerón del balear puso las cosas en su sitio. Igualó a cuatro y, tras un respiro, se apuntó también la segunda manga (7-5). En el tercero rompió de entrada Nadal y Tomic, que acabó el partido con 48 errores no forzados, empezó a asumir, resignado, su situación y el adiós al torneo que hasta ahora más le ha proyectado.

El número uno del mundo tardó dos horas y media en sellar su pase a los octavos de final, donde se encontrará con el croata Marin Cilic, semifinalista el pasado año, que ganó en cinco sets (4-6, 6-2, 6-7(5), 7-6(2) y 9-7) al estadounidense John Isner.