Jagoba Arrasate, un año después

El técnico vasco cumple doce meses como entrenador del Mallorca con el primer gran objetivo cumplido, a la espera de ver qué camino toma este verano el proyecto

Jagoba Arrasate muestra una bufanda del Mallorca el día del anuncio de su fichaje por el club balear

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El 10 de junio de 2024 el Mallorca destapaba un nuevo ciclo. Después de enlazar tres temporadas seguidas en Primera, una conquista que le permitía enterrar para siempre una de sus épocas más oscuras, el club decidía tomar un nuevo sendero. Se acababa la etapa de Javier Aguirre en Son Moix, culminada con el viaje a La Cartuja y otra permanencia más, y empezaba la era Jagoba Arrasate. El técnico vasco suscribía un contrato de tres temporadas y se convertía en la apuesta más firme de una dirección deportiva que desde su llegada al club ha concentrado sus mayores aciertos en torno al banquillo.

Jagoba Arrasate Elustondo (Berriatua, 1978) cumple su primer año en el club después de un curso agitado, sobre todo en su segunda mitad, aunque satisfactorio en términos generales. El técnico llegaba avalado por su trabajo durante seis temporadas en Osasuna, al que devolvió a la Primera División (2019) y estabilizó después en la mitad superior de la Liga, metiéndolo un año en Europa y guiándolo hasta la segunda final de la Copa del Rey de su historia (2023).

Los números de la primera campaña de Arrasate en Mallorca no engañan y son muy similares a los que consiguió como técnico del conjunto navarro. En Son Moix ha sumado 48 puntos que han mejorado las cifras del cuadro bermellón en la 2023-24 y las de tres de los cinco ejercicios en los que estuvo al mando de Osasuna en la máxima categoría. Y además de salvar al equipo balear con holgura de la amenaza del descenso, lo dejó en el décimo puesto tras estar peleando por entrar en Europa hasta la penúltima jornada pese a su mala segunda vuelta de campeonato.

Cifras aparte, Arrasate ha salido reforzado de una temporada que terminaría recalcando la defectuosa confección de la plantilla y en la que algunos futbolistas han quedado claramente señalados por su escasa contribución. Ya no solo por la rentabilidad que le extrajo al equipo en la primera mitad de la temporada, que es cuando el grupo estaba al completo y carburaba a pleno rendimiento. La afición también ha valorado su cercanía, su sinceridad y esa portavocía que le ha tocado ejercer en ocasiones dentro que en los últimos meses se ha visto salpicado por varios asuntos polémicos fuera del campo. En el debe del vizcaíno, el costalazo del equipo tras cruzar el ecuador y su aparatosa salida de la Copa del Rey, un torneo que para la hinchada tiene un alto valor sentimental y en el que el Mallorca defendía el subcampeonato.

Ahora, con dos años más de contrato por delante y un conocimiento mucho más profundo de lo que tiene a su disposición y del ecosistema del club, Arrasate se enfrenta a un verano clave que empieza en un cruce de caminos. La plantilla necesita cambios para salir de la espiral en la que se adentró en enero y el margen de maniobra es escaso. Con hasta 25 jugadores con contrato (23 de la primera plantilla más Marc Domenech y Jan Salas, a los que se puede unir en breve el tercer portero, Pichu Cuéllar), habrá que desalojar una parte del vestuario para que pueda llegar gente nueva y el club se permita optar a ese objetivo de ir creciendo temporada a temporada. El técnico ya se ha reunido estos días con Ortells para subrayar sus necesidades y conocer las posibilidades de la entidad. El contador del año II está en marcha.