La hora cero en la que el Real Mallorca volvió a nacer
Se cumplen quince años desde que el juzgado aceptó el inicio del proceso del concurso de acreedores que permitió al club resetear su situación económica y evitar así la desaparición
El 18 de mayo de 2010 Mateu Alemany, propietario del Mallorca y el asesor jurídico del club, Joan Buades, anunciaban que el club había tomado la decisión de acogerse a la ley concursal. El 9 de junio la jueza dio el OK | Foto: T. MONSERRAT
En los ciclos de la vida hay momentos fundamentales y en la larga trayectoria del Real Mallorca, los años 2010 y 2011 fueron decisivos para entender todo lo que llegó posteriormente y el desarrollo del club a todos los niveles. El hoy no se entendería sin el ayer. Y el ayer es vital. Esta temporada recién finalizada, la 2024/2025, el debate ha sido si el equipo ha tenido o no capacidad suficiente para luchar por Europa tras sellar el primer y único objetivo real del curso: la salvación. Un debate privilegiado para una situación idílica, la de llegar a final de curso con los deberes hechos y con la posibilidad de poner una guinda al pastel que al final no se dio. Hoy por hoy no jugar en Europa es entendido como una decepción por parte del sector de la afición más ambiciosa, pero lo cierto es que si se echa la vista atrás, el gran triunfo del Real Mallorca no está en si puede ir o no a Europa, la gran victoria es seguir existiendo como club. Así de sencillo.
Porque hace 15 años existió un riesgo real de disolución de la sociedad y el Mallorca jugó con fuego ya que en varios momentos la desaparición sobrevoló con fuerza el estadio de Son Moix. Las pérdidas a nivel global en mayo de 2010 alcanzaban los 83 millones de euros, lo que dejó al club al borde del precipicio y sin otro margen de maniobra que no fuera instar concurso voluntario de acreedores y confiar en que el juzgado diera la aceptación.
Con Mateu Alemany al frente del club, los acontecimientos se fueron desarrollando sin prisa, pero sin pausa y siempre con el temor de la desaparición de fondo. La primera semana de febrero de 2010 el Mallorca cita a los medios para informar de la intención de presentar preconcurso con el fin de evitar una demanda que obligara a ser un concurso forzoso y por lo tanto en contra de los intereses generales de la institución.
De esta forma informaba de ello Ultima Hora el 3 de febrero de ese año: El Mallorca ya está a las puertas de la antigua suspensión de pagos. «El club balear registró ayer en el Decanato Civil de sa Gerreria de Palma una comunicación previa de concurso de acreedores que le habilita para negociar una propuesta anticipada del convenio regulador con sus acreedores en un plazo máximo de cuatro meses. Ese trámite, incluido en la reforma de la Ley Concursal de marzo de 2009, blinda a la entidad ante cualquier solicitud de concurso necesario y le permite conservar el control de su gestión, además de seguir operando con total normalidad. Gracias a su última maniobra, Mateu Alemany ha ganado tiempo para renegociar el vencimiento de sus deudas y apurar todas las posibilidades de vitar el concurso. En el caso de que no lo consiga, al menos podrá preparar la declaración del mismo sin la tensión de exponerse a una salida mucho más drástica, aunque tendrá que hacerlo obligatoriamente durante el mes de mayo».
¿Cómo se llegó a esa situación? La amenaza del concurso llevaba tiempo planeando sobre Son Moix. Desde hace años, el Mallorca vivía muy por encima de sus posibilidades y contaba con una estructura totalmente sobredimensionada que le atrapó en un callejón sin salida después de acumular una deuda millonaria y que en esos momentos se valoró entre sesenta y ochenga millones. Al déficit acumulado ante Hacienda (en torno a los 15 millones de euros), había que añadir las cargas existentes con otros clubes (el Athletic, por ejemplo estaba pendiente de cobrar aún una parte importante del traspaso de Aduriz), proveedores y, por supuesto, el gasto inasumible que genera una plantilla que está muy por encima del tamaño de la sociedad anónima isleña. La escalada salarial promovida durante la era Grande y los dispendios de la dirección deportiva cubrieron de nubarrones el futuro isleño. Era echar gasolina al fuego. Mojar sobre mojado.
El 18 de mayo de 2010 en una comparecencia multitudinaria en Son Moix en la que participó Mateu Alemany se confirmó el importante paso que iba a dar el club ante los juzgados. El entonces propietario del Real Mallorca, anunció que de manera inminente el club se acogerá voluntariamente a un concurso de acreedores para hacer frente a una deuda estimada en unos 60 millones de euros.
Alemany compareció en rueda de prensa para confirmar que en las próximas horas la entidad materializaría en sede judicial esta decisión, una medida que no representa un problema sino «una solución» para el club y que marca el inicio de «una nueva etapa» para el Real Mallorca, declaró ante los periodistas.
El propietario del Mallorca formuló ese anuncio después de que apenas 24 horas antes se celebrara el último entrenamiento del equipo, que finalizó la temporada 2009-2010 en la quinta posición de la tabla clasificándose por tanto para disputar la Europa League en la próxima campaña. Sin embargo, los daños colaterales del concurso impidieron que el equipo pudiera participar en dicha competición en otro de los capítulos que sin duda marcaron la historia del Real Mallorca en estos últimos 15 años.
En esos momentos había muchas dudas y pocas certezas y Alemany fue extenso en sus explicaciones. El dirigente insistió en que el club llegó a esta situación por la gestión «anterior», en directa alusión al ex propietario y promotor inmobiliario Vicente Grande, aunque no le mencionara por su nombre. Sin embargo, generar una deuda tan alta no era cuestión solo de la gestión del último presidente, por mucho que se le culpara de la entrada en concurso, tanto a él como a Martí Asensio. Posiblemente colaboraron, pero no toda la responsabilidad fue únicamente suya.
«Pedí una auditoría (en enero de 2009), y hemos luchado para evitar la situación en la que nos encontramos, pero los contratos (de los futbolistas y el cuerpo técnico) ya estaban firmados en una época anterior», dijo Alemany.
El entonces propietario, finalmente, defendió la figura del concurso de acreedores: «Servirá para atacar el endeudamiento de la entidad, reorganizarlo y aplazarlo. El concurso afectará a los que más ganan, a la plantilla fundamentalmente, aunque preservará en lo máximo posible los salarios más bajos de la entidad.
«En definitiva, se inicia una etapa nueva en el Mallorca basada en principios filosóficos que nada tiene que ver con los que nos han llevado a esta situación. Para mí, entramos en una etapa ilusionante, ya que garantiza la viabilidad del club, que ha estado en grave riesgo de, prácticamente, desaparecer», señaló Mateo Alemany.
El 9 de junio de 2010, la jueza Encarnación González, titular del Juzgado de lo Mercantil número 2, notificó al Real Mallorca la autorización de solicitud del club de iniciar el proceso de concurso voluntario de acreedores. En ese momento el contador se puso otra vez a cero, aunque por delante hubo que transcurrir un primer y largo periodo de un año y medio hasta diciembre de 2011 cuando el Mallorca firmó el convenio de acreedores y evitó de esta forma su disolución. El club consiguió más de 16 millones de euros de adhesiones y redujo su deuda a los 41 millones y diez años de margen para poder saldarla. El concurso quedó sellado con una quita del 50% y una espera de cinco años. Sebastià Frau, José Miguel Gregenzán y Pedro Mir pasaron a ser los administradores concursales.
Información de Ultima Hora correspondiente al 10 de junio de 2010.
Sin embargo, no todo puede ser tan fácil en el Mallorca ya que una de las empresas recurrió el concurso, concretamente Delta Sport, lo que prolongó todavía más el proceso llegando a cerrarse en octubre de 2012, momento en que se retiró el recurso y el convenio pudo aplicarse en su totalidad.
Pese a que desde el punto de vista judicial el club había avanzado en el proceso judicial neutralizando la deuda a la mitad, ahora restaba lo más difícil, cumplir con las fechas y no retrasarse en los pagos. La entrada en concurso fue una de las condiciones para que Serra Ferrer y su grupo, que al final fue Jaume Cladera y Biel Cerdà y poco más, accedieran a comprar las acciones del club y por lo tanto a hacerse con la propiedad de la entidad bermellona. Eso sucedió un 28 de junio de 2010. Serra asumía las riendas de una entidad tutelada por unos administradores. Durante las primeras semana de mandato los problemas fueron en aumento, Josep Pons fue nombrado presidente, aunque perdió la confianza del consejo a las primeras de cambio mientras que la UEFA retiró al Mallorca de Europa.
Por aquellos tiempos, Utz Claassen, que había entrado en el club al poco de acceder Serra y Cladera, ya estaba enfrentado a ambos, pero los principales accionistas cumplieron con el calendario de pagos y el inicial fue ingresar 2,6 millones a los acreedores, lo que correspondía a un 20% de la deuda y 4,1 a la plantilla se cumplió.
Imagen de la portada de Ultima Hora correspondiente al 14 de diciembre de 2011.
Antes de llegar al 13 de diciembre, cuando se firmó el convenio con los acreedores, hubo tiempo para escenas berlanguianas como la presentación de la maqueta del nuevo Lluís Sitjar con promesas de inversores que nunca aparecieron, como era lógico por otra parte, pero ahí quedó la foto. Laudrup, que fue el primer entrenador de Serra, se marchó tras despedir a Larssen por menosprecios a Serra. Situaciones deportivas y extradeportivas que hoy nos quedan muy lejos, pero que se entremezclaron en el desarrollo de un concurso que mantenía en vilo la salud económica del club. El contrato de Alfaro, los desafíos constantes de Claassen, las declaraciones y contradeclaraciones de unos y otros, las querellas perdidas del alemán… todo eran líos y más líos hasta que el 5 marzo de 2011 el consejo de administración aprobó el convenio con Hacienda. El 16 de marzo la juez da el OK al concurso, que fue ratificado el 2 de octubre tras otro recurso Delta Sport desestimado. El 4 de abril de 2012 el club recupera la libertad y ya puede decidir por sí solo.
A partir de esos momentos el Mallorca se vio en la obligación de pagar cada temporada 4,5 millones a los acreedores. De 83 millones en los que finalmente se fijó la deuda pasó a ser de 40. El descenso a Segunda ralentizó el proceso ya que, si bien estaba reflejado en el convenio, a nadie le pasaba por la mente bajar a la categoría de plata y de ahí a la de bronce. Pero así fue y ahí paso a jugar un papel fundamental Robert Sarver, que rescató al Mallorca poco antes de que se viera en la obligación de pagar diez millones prácticamente de golpe.
El presidente del Mallorca, Andy Kohlberg y el CEO de la entidad, Alfonso Díaz.
El club estuvo limpio de deudas tras más de una década. La entidad celebró el ascenso a Primera liquidando su histórica deuda con Hacienda. El grupo inversor liderado entonces por Robert Sarver destinó desde su entrada 25 millones de euros para cumplir con los compromisos de pago.
En total, Sarver y el grupo inversor con Andy Kohlberg como principal apoyo y ahora máximo accionista y presidente invirtieron en una primera fase 43 millones de euros desde su llegada al club en 2016 y hasta 2021. Al asumir el control del club se responsabilizaron de convenio que superó no con dificultades. Ahora, cuando ya se han cumplido quince años del génesis de esos duros momentos, la fotografía que ofrece el Real Mallorca es la de un club saneado económicamente, con salud institucional y un futuro deportivo que tal vez pueda conducir a Europa a medio plazo.
La entidad, que está presidida por Andy Kohlberg y dirige Alfonso Díaz, CEO de Negocio, asumen el reto de consolidar al primer equipo en el top ten. Quince años atrás se hablaba de una deuda millonaria que estuvo muy cerca de ser el desencadenante del final del club. No conviene nunca perder de vista la historia, aunque esta sea reciente y hayan sucedido tantas cosas de por medio que podamos cometer el error de no darle la importancia que tiene.
1 comentario
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No fue Alemany quien vendió el club al iluminado de Classen?