Anoeta: entre el cielo y el infierno

El Mallorca vuelve este fin de semana al hogar de la Real Sociedad, un estadio en el que logró el acceso a la final de la La Cartuja y en el que acumula diez derrotas consecutivas en la Liga

Sergi Darder anota el penalti que clasificaba al Mallorca para la Copa del Rey de 2024 en el partido de vuelta de las semifinales disputado en Anoeta | Foto: Joan Riera

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Para el Mallorca se acerca uno de los tragos más duros de cada temporada: la vista al campo de la Real Sociedad. En los últimos veinte años, el estadio de Anoeta ha sido una pared imposible de sortear para el conjunto bermellón, incapaz de ganar allí desde noviembre de 2003. Una tendencia especialmente tóxica para sus intereses que solo se rompió hace trece meses para abrir la puerta de una cita histórica. La misma que daba paso a la final de la Copa del Rey de La Cartuja.

Anoeta, o Reale Arena, según su denominación comercial, es un pequeño infierno para el Mallorca en Primera División. Desde su inauguración, en 1993, el Mallorca ha jugado allí en una veintena de ocasiones sumando la Liga (17) y la Copa del Rey (3). Y no siempre ha sido un territorio prohibido para los baleares, que han celebrado hasta cuatro victorias sobre su tapete. El problema es que todas ellas se remontan a finales del siglo pasado y principios del actual. Entre 2000 y 2001 enlazó dos triunfos seguidos. El primero con un cabezazo de Miquel Àngel Nadal con el tiempo casi agotado (0-1) y luego con los goles de Alejandro Campano y Albert Riera (1-2).

La victoria más próxima en la Liga se consiguió un sábado de finales de noviembre de 2003. El Mallorca derrotó por la mínima a la Real Sociedad de Raynald Denoueix —0-1, con Luis Aragonés dirigiendo a los bermellones desde el banquillo y un gol de Samuel Etoo a los 17 minutos— y a partir de ahí casi todo han sido problemas. Después de ese desplazamiento a la capital guipuzcoana vinieron hasta doce derrotas seguidas en las dos competiciones principales. Y en las últimas nueve el conjunto isleño ni siquiera marcó un gol. Afortunadamente, la maldición en el hogar txuri urdin acabó un martes de finales de febrero de 2024. El Mallorca tampoco ganó, pero volvió a tocar el cielo.

El equipo rojinegro, con la losa de unos precedentes horribles a cuestas, viajaba a San Sebastián para completar unas semifinales de Copa que estaban suspendidas en el aire después del empate a cero de Son Moix. Para pasar estaba obligado a romper la cadena de derrotas. Y lo primero que hizo para conseguirlo fue contener a la Real Sociedad desde el punto de penalti, con un lanzamiento de Brais Méndez que atajó Dominik Greif al filo del descanso. Algo estaba cambiando.

Real Sociedad - RCD Mallorca
Los jugadores del Mallorca celebran sobre el césped de Anoeta su clasificación para la final de la Copa del Rey, en febrero de 2024.

La siguiente misión del Mallorca era acabar con la sequía que le asfixiaba en el campo realista y lo consiguió con un gol de Gio González a pase de Jaume Costa al principio del segundo tiempo. Hasta ese momento de explosión para el mallorquinismo, el último gol insular lo había firmado Ariel Ibagaza en 2007. Casi 17 años de espera. Luego otro tanto de Oyarzabal forzó la prórroga y una tanda de penaltis que ya es eterna. Sergi Darder culminó la última gran obra del club sobre el terreno de juego.

Esta vez al Mallorca le toca romper una sucesión de diez derrotas en la Liga. Otra caída, viniendo de donde viene el cuadro de Jagoba Arrasate, dejaría el sueño de Europa colgando de un hilo a falta de siete jornadas. Los bermellones han ganado cinco veces fuera de casa esta temporada pero todas ellas antes del parón navideño. La Real Sociedad es un adversario menos fuerte que hace un año y contando solo los partidos de casa estaría en la mitad de la clasificación. Ha ganado siete partidos como local, ha empatado dos y ha perdido seis. Sin embargo, su estadio ha sido un muro para un equipo que ahora se debate entre la decepción de las últimas semanas y la esperanza de seguir enganchado a la caravana europea.