Real Mallorca: Reacción inmediata

El equipo balear se abraza a los dos partidos consecutivos en casa, ante Osasuna y Las Palmas, para dar un giro radical a una crisis de resultados que ha minado la fiabilidad del equipo

Abdón y Raíllo aplauden a los aficionados desplazados el sábado a Madrid. | Carlos Gil-Roig

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La credibilidad de un equipo está en parte en el juego que es capaz de desarrollar y en los resultados que puede conseguir gracias al plan que se ejecuta sobre el terreno de juego. En este sentido la fiabilidad del Mallorca, que durante la primera vuelta rozó casi la perfección, ha bajado hasta límites insospechados. Resulta difícil de creer el cambio que ha dado un equipo que mantenía un equilibrio casi perfecto entre el trabajo defensivo y la eficacia delante. Ahora no es ni la sombra de lo que fue y es imprescindible agitar ya la coctelera para intentar que el Mallorca vuelva a ser un grupo fiable. Nunca ha sido extraordinario ni brillante, pero con lo poco que hay el técnico era capaz de sacar petróleo tanto fuera como lejos de casa. 30 puntos al término de la primera vuelta no se regalan ni se suman por casualidad, hay una combinación de trabajo, talento, sacrificio y sobre todo equilibrio.

Ese componente que hacía del Mallorca un equipo altamente competitivo se borró de un plumazo justo cuando terminó la última jornada del pasado año y que se saldó con el triunfo frente al Getafe por la mínima gracias a un gol de Larin de penalti y que desde ese encuentro ha bajado enormemente su rendimiento. ¿Qué puede estar sucediendo? El entrenador tiene que encontrar la fórmula, dar con la tecla y revertir una situación que es cierto que numéricamente no es preocupante por la cantidad de puntos que se han acumulado, pero que de no seguir sumando, el colchón actual irá poco a poco disminuyendo.

Desde que empezó 2025 los números son terribles. Obviando ya la eliminación de Copa ante el Pontevedra, sin olvidar la humillación y cómo se produjo (3-0) y la derrota contra el Madrid en la Supercopa (3-0), en la Liga el Mallorca ha ido deambulando en los últimos tres partidos firmando un encuentro para olvidar en La Cerámica (4-0), cayendo frente al Betis (0-1) y este sábado contra el Atlético (2-0). En los tres choques el equipo rojillo solo ha jugado algunos minutos bien en cada encuentro rompiendo de golpe con la regularidad que había exhibido en el primer tramo del curso. Es el único consuelo del entrenador, saber que durante algunos minutos algo se ha hecho bien, pero ni mucho menos ha alcanzado para ganar partidos ni sumar puntos.

Este Mallorca no asusta en el área rival, es endeble en la creación y siempre exhibe alguna que otra laguna en defensa que los rivales saben aprovechar. En resumen, ha perdido al esencia que le hizo firme y seguro antes de final de año. Siete goles encajados en tres partidos de Liga, que suman 13 con los que ha recibido en Copa y Supercopa expresan bien a las claras que el grupo no dispone ni de lejos la seguridad que tenía antes. No marcar es otro ímput claro de que la eficacia de antaño se ha roto. Falta seguridad.

Arrasate confía plenamente en Muriqi y Larin, pero ni uno ni otro están hoy por hoy a su mejor nivel y no son decisivos. Están lejos del área, viven en la zona de medios y el canadiense necesita llegar con una claridad meridiana para poder marcar y en Primera División no se suelen regalar ni los espacios ni los goles.

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Sorpresa

El kosovar ha perdido esa capacidad de sorpresa que tenía en el área. Los rivales le conocen mucho más y no se lo ponen fácil, pero sería injusto apuntar solo a la falta de precisión de los dos puntas, aunque tal vez sería bueno tratar de agitar la delantera con Abdón y darle varias oportunidades de inicio en el campeonato liguero. Pero a partir de ahí poca cosa más puede hacer Arrasate con un equipo al que la dirección deportiva ha reforzado de forma muy irregular y no ha valorado la dureza general de la temporada.

La carrera es de 38 partidos y da la sensación de que Ortells y sus muchachos han preparado solo una media maratón. Robert Navarro, Abdón y Asano son las pocas posibilidades que tiene el técnico para intentar remover algo al equipo con vistas a los dos próximos partidos en casa donde está prohibido no ganar. Así de claro. Hay mucho en juego.

Pero si delante la situación es delicada por la falta total de chispa, en el centro del campo ocurre tres cuartos de lo mismo. No funciona como debería. El pundonor de Dani Rodríguez no basta; Darder juega demasiado escorado a una banda y no ofrece su mejor versión; Samu también ha bajado enteros y a partir de ahí cuando se enumeran los futbolistas que están por debajo de su verdadero nivel, sencillamente se entiende cómo los rivales van poco a poco comiendo terreno. Esto es un equipo y en general el rendimiento general es pobre o muy pobre.

Es cierto que las decisiones arbitrales no han ayudado y que la vara de medir en relación a otras acciones de los rivales ha sido diferente perjudicando seriamente a los intereses del Mallorca, sin ir más lejos en estos últimos dos partidos, ante Betis y Atlético, los colegiados no pitaron ni revisaron un penalti sobre Darder y otro sobre Dani Rodríguez y no expulsaron a Gallagher por una durísima entrada sobre Jan Salas. Son circunstancias que te van minando la moral y que por momentos hacen que el equipo pueda desconectar de los partidos y esté más pendiente de los árbitros que del juego. Y eso no puede seguir ocurriendo porque las fuerzas deben destinarse única y exclusivamente en hacer todo lo posible por ganar los partidos, no en luchar contra las injusticias arbitrales.

Pero todo lo que ahora es de color gris tirando a negro o muy negro, cambiará radicalmente si el equipo se mentaliza bien y afronta los dos próximos partidos de Liga en casa ante Osasuna y Las Palmas como si fueran los últimos del campeonato. Seis puntos en juego que situarían a los baleares con 36 y con apenas cinco y seis más la salvación estaría finiquitada.

El equipo, que no ha sido reforzado como debería en este mercado de invierno dadas las carencias obvias que sufre, y liberado de la Copa y tras las emociones de Yeda, solo resta conocer si será capaz más o menos con cierta holgura de atar la permanencia. Los seis puntos de estas dos semanas son cruciales. No interesa nada más, ni los horarios, ni los árbitros, ni las tiendas. Solo fútbol. Ganar y ganar y volver a ganar como decía Luis Aragonés. La salvación está en casa y estas dos próximas citas son fundamentales.