La triple debacle

El Mallorca encadena tres sonrojantes derrotas en tres competiciones diferentes, con 10 goles encajados y ninguno a favor, en un arranque de 2025 que desata la primera crisis de la 'era Jagoba'

Los jugadores del Mallorca, desolados, tras encajar uno de los goles del Villarreal en el partido disputado en La Cerámica | Foto: Carlos Gil-Roig

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Tres partidos. Tres derrotas humillantes en tres competiciones diferentes, diez goles encajados y ninguno a favor. El Real Mallorca abre 2025 con la peor crisis de resultados, imagen y puntería que se recuerda.

En apenas diecisiete días, las huestes de Jagoba Arrasate han caído eliminados de la Copa del Rey en su estreno y ante un equipo de la cuarta categoría del fútbol nacional; han pasado sin pena ni gloria por la Supercopa de España de Arabia Saudí y han sufrido una humillación en Villarreal, encajando cuatro goles en 7 minutos y 26 segundos de vergüenza, que ha desatado la primera crisis de la era Arrasate. El propio técnico de Berriatua reconoció tras el partido de La Cerámica que «lo primero que hay que hacer es reconocer que estamos mal. Ese es el diagnóstico y ahora se trata de trabajar para encontrar el remedio...».

Porque el preparador vizcaíno es el primero en reconocer el cambio radical que ha experimentado el Mallorca desde que pasó la hoja del calendario. Porque aquel grupo férreo y solidario que bajó la barrera de 2024 con una victoria remontando en inferioridad ante el Girona y un triunfo de prestigio en el Coliseum para asaltar las plazas europeas y sellar la cuarta mejor primera vuelta (30 puntos) de su historia.

Esta triple debacle se ha producido con casi todos los inquilinos del vestuario sobre el campo. Porque en Pasarón, Jagoba apostó por un once repleto de los futbolistas menos habituales. Incluso dejó en la Isla al capitán Antonio Raíllo y en el banquillo a tipos como Dani Rodríguez, Muriqi o Larin, que después comparecieron en el césped para intentar remediar lo que ya era irremediable. El Mallorca, subcampeón y que se adentraba en esta competición directamente en dieciseisavos por su condición de equipo presente en la Supercopa de España, caía eliminado con estrépito y por primera vez como equipo de Primera División ante un rival de cuarta categoría. Una porción notable de la crítica apuntó a «la relajación» y al «tener la vista puesta en Yeda» como motivos de la sorprendente eliminación... pero Jagoba Arrasate no puso ninguna excusa y dijo que el problema había sido «eminentemente futbolístico».

La debacle de Pasarón enrareció el festivo ambiente que se había instalado en la entidad por el inminente desplazamiento a Yeda para disputar la Supercopa. Era su tercera presencia en esta competición (ganó en 1998 al Barcelona y perdió en 2003 ante el Real Madrid) pero la primera que iba a disputar con este formato en Arabia Saudí. El club fletó un avión a Yeda con más de 200 personas, entre futbolistas, familiares, invitados y medios de comunicación. La ilusión se podía palpar en el ambiente. Había ganas de dar la sorpresa, apartar al Real Madrid y plantarse en la final para tener la posibilidad de abrazar el tercer título en sus casi 109 años de historia.

Y llegó el duelo en el majestuoso estadio King Abdullah de Yeda. Fue el 9 de enero y Jagoba apostaba por su once de gala -con la excepción del renqueante Samu Costa, que fue suplente- para intentar la hazaña. Carlo Ancelotti tampoco reservó nada. Tiró de todos sus galácticos. El Mallorca se enredó en los piques, sobre todo el de Maffeo con Vinicius, y se limitó a defender. Larin desperdició dos buenas ocasiones y la insistencia del Madrid obtuvo su premio en el minuto 62 con el gol de Jude Bellingham. De ahí al final, el grupo balear apenas inquietó a su enemigo, que engordó su triunfo en el descuento con los tantos de Martin Valjent en propia puerta y de Rodrygo Goes.

La trifulca final y las denuncias de algunas mujeres de futbolistas, en especial de Cristina Palavra, esposa de Dani Rodríguez, asegurando haber sentido miedo y haber sido acosada víctimas de acoso y tocamientos por parte de algunos aficionados locales al finalizar el encuentro, enrareció el ambiente y el regreso a la Isla.

Con todo el ruido generado por estos lamentables incidentes y el silencio de la RFEF, que tardó casi una semana en pedir disculpas públicas a los aficionados, el Real Mallorca preparó su regreso a la competición doméstica casi un mes después de su último encuentro de Liga. El calendario quiso que el conjunto bermellón abriera la segunda vuelta en el centro de operaciones del Villarreal, que precisamente estaba mostrando su peor cara como local, en un duelo directo por la quinta plaza.
Fue el pasado lunes, día 20 de enero, y desde el inicio del duelo se vio un cambio de actitud, de orden y de sensaciones entre los de Marcelino y los de Jagoba.

Después de las primeras ocasiones locales, en el minuto 20 llegó un vendaval amarillo que arrasó con todo y que dejó para el libro negro de la entidad balear una goleada encajada en menos de ocho minutos. Un dato inédito en la historia de la entidad, con muy pocos precedentes en la Liga, y que hurgó en una herida que comienza a perder sangre a borbotones.

Porque al margen de las tres derrotas, el Mallorca ha mostrado una preocupante fragilidad defensiva, encajando 10 goles en esos tres encuentros, y una paupérrima tarjeta en ataque. Apenas creó peligro en Pasarón, no tiró a puerta frente al Real Madrid y en La Cerámica dos tímidos disparos que no sirvieron para alterar el destino. Jagoba está preocupado. El equipo se ha caído y debe resetear el vestuario. Ya nota los primeros dardos de la crítica, aunque también sería conveniente mirar al terreno de juego...