Pablo Ortells, Martin Valjent, Andy Kohlberg y Alfonso Díaz, tras la firma de la renovación del defensa eslovaco.

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Martin Valjent es un hombre feliz. Cuando parecía que su relación con el Mallorca iba a agotarse tras siete temporadas el defensa eslovaco llegaba a un pacto con el club para prolongar su estancia en Son Moix y cumplir un objetivo que seguramente ni se había planteado cuando aterrizó por primera vez en Palma con solo 22 años y pasando prácticamente desapercibido. «Siento felicidad, orgullo y una cierta responsabilidad», aseguraba el central a los medios del club tras anunciar, otra vez con Dimonió y un Laccao a su lado, el final feliz de la historia.

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Valjent reconocía lo mucho que ha costado llegar a este punto de la historia y culminar unas negociaciones que empezaron torcidas. «No ha sido fácil», comentaba. «Era la primera vez que me encontraba en una situación como esta, con la edad que tengo, y creo que, analizándolo todo muy bien, ha decidido la parte emocional. Creo que he tomado la mejor decisión posible. Si estás en un sitio, la gente te valora, saben cómo eres después de siete años y te quieren con tus defectos, significa que es el sitio correcto. Siento mucho cariño y eso me da mucha fuerza para seguir adelante aportando todo lo posible», destacaba uno de los capitanes del Mallorca.

«Pienso año a año, pero me gustaría dejar huella en este club», añadía Valjent a la hora de recalcar su próximo reto como bermellón. «Es la ilusión que tengo para estos cuatro años. Va a ser un tiempo de disfrutar la Primera División, de vivir noches mágicas, como las que ha vivido con esta camiseta y creo que el club está dando pasos firmes hacia el futuro para ser cada vez más grande e importante. Quiero ser parte de ello».