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Lejos de limpiarle el óxido a sus registros como visitante, el Mallorca incidió en Heliópolis en los mismos errores de siempre. O al menos en aquellos que le señalan como uno de los dos forasteros más vulnerables de este 2023. Con el rostro bien protegido durante la mayor parte del duelo, el equipo de Javier Aguirre se descosió siendo nulo en ataque y llegando tarde al segundo tiempo. Suficiente para amontonar otra derrota y caer en una brecha similar a la del pasado mes de octubre. Dos puntos flacos que últimamente le han pasado una cuantiosa factura, aunque de momento no se note en la clasificación.

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El Mallorca tiene un problema en los primeros compases. Con el que le endosó Borja Iglesias en el Villamarín, los baleares han recibido ya una docena de goles (de los 27 que le han marcado en total) en los primeros quinces minutos de sus partidos o en los inicios de los segundos tiempos. Un dato demoledor. Más aún sabiendo lo que le cuesta al equipo darle la vuelta al calcetín y revertir un resultado desfavorable. Y como dijo el propio Javier Aguirre, demasiado pesado como para responsabilizar al azar. El técnico mexicano, que reconoció que no había estado acertado con los cambios ni en algunas de sus decisiones, centró la mayor parte de su discurso en criticar los horarios de LaLiga y en levantar en la sala de prensa una polvareda que eclipsó una función muy pobre. Bien jugado. Pero ahora ya toca hablar en el campo.