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El Mallorca de Aguirre se desenvuelve como nadie entre la maleza. En el fútbol subterráneo. En el otro fútbol, ahí donde el mexicano tiene un máster. Con el cuchillo entre los dientes y una activación colectiva extraordinaria, el grupo balear desquició a un Real Madrid que se enterró en el agujero que se fue cavando alrededor de Vinicius. El brasileño, más pendiente del decorado que del guión del partido, se enredó en la telaraña que tejieron Maffeo y Raíllo y acabó desquiciado.

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Ni siquiera necesitó el conjunto bermellón disparar a puerta para alzar los brazos. Fue suficiente un centro al corazón del área, una peinada de Nacho en su pugna con Muriqi y la situación soñada al cuarto de hora. El Mallorca, con un gol en sus alforjas, el estadio entregado y el rival encogido, se sentía como pez en el agua. La defensa (con Gio y Nastasic como inesperados titulares) cerraba las grietas y arriba Muriqi rentabilizaba cualquier patadón con una solvencia notable. Para rematar la faena y calentar más las calderas del Estadi, Rajkovic se hizo enorme en un penalti lanzado por Marco Asensio para espantar todos los fantasmas.

En la guerra de guerrillas, Vinicius volvió a salir derrotado. El ‘20’, que se retiró al descanso mostrando su escudo a la grada, vio cómo Raíllo le devolvía el gesto para adornar una batalla mediática que se cocinó en la previa y que, por el bien de todos, debería acabar con el pitido del árbitro....