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No recuerdo nada igual. Su sola presencia intimida a los rivales y agiganta a sus compañeros. Cuando su nombre comenzó a sonar, todos buscamos información para conocer algo más de un futbolista desconocido, internacional por Kosovo, que no jugaba en la Lazio y que respondía al nombre de Vedat Muriqi. Menos de un año después, con los bolsillos llenos de goles y elogios, es el ídolo del mallorquinismo. Todo el mundo le adora. Desde aquel saque de banda que festejó como si le fuera la vida en ello, el Pirata ha conquistado el corazón de la hinchada. Su ascendencia en el grupo es enorme y el Mallorca baila al son que marca su figura.

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El grupo balear se apoyó en su estado de gracia (marcó por quinta jornada consecutiva y ya suma 8 tantos...) para hurgar en la herida del Cholo, destapar todas las carencias de un Atlético lamentable y permitir que el conjunto bermellón se marche al parón más inoportuno que nunca sentado cómodamente en un sillón de la zona media de la clasificación y con un colchón de 8 puntos respecto a la zona tenebrosa.

Muriqi es oro puro para este equipo. Defiende, ataca, pelea, marca, lucha, juega, hace jugar y se parte la cara en cada balón dividido. No juega para lucirse, sino para el colectivo. Los goles se le caen de los bolsillos y provoca el delirio en Son Moix. Los agoreros piensan que la Premier irá a por él. Vedat dijo tras el partido que quiere retirarse aquí. Yo apuesto por el presente. ¡Disfrutemos de él!...