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Al Mallorca se le va a quedar corto el primer tramo de la temporada. El parón del Mundial, que para algunos será un palmeral en mitad del desierto, se ha destapado como un incordio para el conjunto balear, que en las últimas semanas parece haber dado con los reglajes correctos para volar por las autopistas de Liga y seguir llenando la despensa antes de que aparezca el invierno. Desde el cambio de temporada, el ejército de Javier Aguirre se ha especializado en las maniobras como foráneo y en Villarreal, donde llevaba casi veinte años sin rascar ninguna victoria, acentuó una estadística sorprendente: suma más del doble de puntos como visitante (11) que al calor de su estadio (5).

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En un partido que afrontaba con las extremidades inferiores dañadas —perdía a Maffeo y Raíllo, los dos defensas con más minutos e influencia en el juego— el Mallorca se reencontró con la paz dentro de su área. Resistió frente a un equipo que había dado en la diana en todas sus funciones como local y cerró la cremallera de su portería como visitante por primera vez desde finales de agosto. Nastasic cumplió y Gio González siguió replicando a Maffeo lanzándole otro cable de gol a Muriqi en el momento adecuado. Casi nada.

Sin tiempo para celebraciones, el Mallorca recibirá este miércoles a un Atlético profundamente deprimido ante el que puede abrochar un primer tercio de curso fantástico. Hay que aprovechar el oleaje.