El entrenador del Mallorca, Javier Aguirre, recibe la tarjeta roja durante el encuentro entre el Mallorca y el Espanyol del pasado viernes en Son Moix. | CATI CLADERA

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El Mallorca pasa otra pagina del calendario con más consecuencias que beneficios. El empate en casa contra el Espanyol le ha salido más caro de lo previsto inicialmente al equipo balear, que mientras guardaba un punto en la cartera iba perdiendo argumentos para los próximos partidos. A la enésima ola de indignación que ha provocado el arbitraje de Díaz de Mera —a pie de campo— y Jaime Latre —desde la sala VOR— hay que añadir las bajas que deja su estela. Porque las expulsiones de Javier Aguirre y Pablo Maffeo, unidas a la quinta amarilla de Raíllo, van a condicionar los planes a corto plazo del cuadro bermellón, que antes de echar el freno de mano para atender al Mundial tiene que enfrentarse al Villarreal (6 de noviembre) y al Atlético de Madrid (9 de noviembre).

Tanto el Mallorca como su afición abrocharon la visita perica con el gesto torcido. El equipo, que durante casi media hora del segundo tiempo le brindó al público de Son Moix los mejores momentos del curso, tuvo que conformarse con la pedrea y quedarse con las ganas de sumar, por primera vez en los últimos meses, dos victorias en cadena. El gol de José Carlos Lazo cuando más evidente era su dominio y el penalti de Brian Oliván sobre Ángel que terminó yéndose al limbo no solo estropearon la trama de la noche, sino que engordaron el acta de un encuentro que hasta los últimos asaltos apenas había generado incidencias.

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El primero en caerse del próximo partido fue Antonio Raíllo, que a los 89 minutos recibió la quinta amonestación de la temporada por «mostrar disconformidad» a una de las decisiones del árbitro. Le siguió la tarjeta roja de Pablo Maffeo, más dolorosa si cabe. El lateral derecho, con problemas físicos, solo había podido aguantar 26 minutos sobre el tapete, pero seguía el final del encuentro desde el banquillo cuando cometió el error de sumarse a las protestas por la jugada del penalti. «Fue expulsado por protestar al cuarto árbitro desde el área técnica una de mis decisiones a la vez que realizaba gestos de desaprobación y gritaba repitiendo en varias ocasiones: «Esto es una puta vergüenza», recogía el colegiado en el acta. Unas palabras que, atendiendo al Código Disciplinario, podrían acarrearle entre dos y cuatro partidos de sanción.

A un castigo parecido se enfrenta Javier Aguirre después de que Díaz Mera le mandara al vestuario por «protestar al cuarto árbitro» una de sus decisiones «de forma reiterada desde fuera del área técnica». Una postura que el Mallorca quiso aclarar con la difusión de un vídeo del momento en sus redes sociales. Sea como sea, lo más normal es que los dos encuentros que restan hasta el parón los dirija desde el banquillo su segundo, el mallorquín Toni Amor.

Al margen de lo sucedido entre futbolistas y técnicos, el colegiado castellano-manchego del partido también se hizo eco en el acta del comportamiento de una parte de la afición de Son Moix: «Tras finalizar el encuentro cuando nos dirigíamos hacia el túnel de vestuarios, desde un sector del público identificados por su indumentaria con el equipo local, nos lanzaron varias bolas de papel y botellas medio llenas de agua sin llegar a impactar ninguna de ellas en nosotros». El Mallorca se sumó al malestar de su hinchada con la inclusión en las redes de algún mensaje a modo de protesta. «Conclusión: el VAR no vino para esto...», publicaba la cuenta oficial en Twitter. La polémica no cesa.