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Un solitario gol de Merino decidió el triunfo (1-0) de la Real Sociedad ante un Mallorca demasiado cobarde durante muchos minutos. Eso sí, arriesgó el equipo en los minutos finales, despertó de su letargo, dispuso de claras oportunidades, pero se quedó, una semana más, en blanco. Javier Aguirre decidió dar descanso a un buen número de titulares y revolucionar así el once titular. De hecho, solo cuatro de los más habituales iniciaron el partido. Y quedó claro que algunos de los suplentes, ayer en el equipo inicial, no deberían tener sitio en una plantilla de la máxima categoría. Variaron los futbolistas, pero el Mallorca, como siempre, continuó jugando con cinco defensas y con un solo hombre de ataque -ayer, Ángel Rodríguez-.

Un suspiro duró el empate inicial, puesto que Merino, de cabeza, inauguró el marcador en un insultante error defensivo. El Mallorca se había quedado sin argumento, pero el técnico mexicano nada cambió. Continuó con un planteamiento ultradefensivo, raquítico, a la espera de un contragolpe milagroso. La Real dominó con solvencia, se aproximó con peligro a la portería de Rajkovic, mientras que el Mallorca, sin alma, hundido en su terreno de juego, deambulaba sin rumbo.

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El equipo necesitaba un milagro y Amath empató ya en el segundo tiempo. El VAR sonrojó a casi todos al anular el gol al apreciar falta del mallorquinista. De vergüenza. La Real continuó atacando, Aguirre introdujo cambios, el Mallorca -ahora, sí- buscaba el gol con insistencia, pero el marcador ya no se movió. La reacción había sido tardía.

Siempre he defendido que el Mallorca, que como saben es una Sociedad Anónima Deportiva, debería tener cuántos más accionistas, mejor. La Real Sociedad es, precisamente la SAD con un mayor número de accionistas.