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El Real Mallorca deja atrás otra visita al dentista con el gesto torcido, que es lo habitual cuando Lewandoski te vacuna y la anestesia hace su efecto gracias a las intervenciones de Ter Stegen. Quizás cuando se pase el efecto aún se puede sentir dolor, pero a la larga el sufrimiento vale la pena porque hay motivos para lucir sonrisa. Y es que vuelan tres puntos que en cualquier caso no entraban en las cuentas y se quedan las sensaciones de que el Mallorca cree en lo que hace.

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Sin ser tribunero ni usar caretas Aguirre sabe que la permanencia pasa por apuntalar el sistema defensivo ¿Aburrido? Puede ¿Práctico? Seguro. Y al final esto va de resultados. El mallorquinismo lo entiende y más en enfrentamientos con más de 500 millones de desventaja. Es una cuestión de recursos. El Barça tiene lo que tiene y el mexicano también. Otra cosa es que desde arriba no le hayan procurado al ‘Vasco’ más alternativas. Echar un vistazo atrás en las segundas partes deja un panorama demasiado justo para buscar otras cosas que no sean encomendarse a la defensa, el fútbol directo sobre Muriqi y la calidad de Kang In Lee.

La progresión de puntos y juego del Mallorca invitan al optimismo, pero en ningún caso a la euforia. Los bermellones tienen un plan, pero a nadie se le escapa que sin ir al 110% no sumarán puntos. Y sin crecer con el balón costará más.