Los aficionados del Real Mallorca esperan la hora del partido poniéndole la banda sonora a las calles y los bares de Pamplona. | Carlos Román

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Pamplona respira mallorquinismo por los cuatro costados. La capital navarra se ha despertado este domingo con la visita de un millar de mallorquinistas que tras viajar durante la madrugada han empezado a tomar desde primera hora de la mañana los puntos clave de la ciudad ataviados con los colores rojinegros. La mayoría de ellos llegaban a bordo de los tres aviones que salían de Palma con destino Vitoria, aunque otros muchos lo hacían por su cuenta desde Madrid, Barcelona, La Rioja o el propio País Vasco tras conseguir entradas para el partido entre los aficionados locales.

Otro de los puntos de encuentro del mallorquinismo durante esta mañana de domingo es el hotel Iruña Park, donde se encuentra alojada la plantilla desde la tarde del sábado. Una treintena de seguidores se agolpaban junto al autobús del club y cinco jugadores (Abdón, Muriqi, Raíllo, Dani Rodríguez y Antonio Sánchez) salían a su encuentro desde la recepción del hotel para fotografiarse con ellos y recibir los últimos mensajes de ánimo antes del trascendental partido contra Osasuna.

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Los seguidores del Real Mallorca se encargan de ponerle la banda sonora a las calles de la capital navarra a la espera de un partido de alto voltaje. La tranquilidad y el carácter festivo con el que Osasuna encara el choque contrasta con la tensión que acompañará al millar de mallorquinistas que se espera que empujen a los suyos desde las gradas de El Sadar. El feudo osasunista prevé un día de despedidas a jugadores importantes en la historia reciente de la entidad y el preparador de los navarros, Jagoba Arrasate, dejó claro que buscarán la victoria para intentar terminar novenos. El aliciente de la salvación debería ejercer más peso para los de Aguirre, que saben que desde la Isla y desde la tribuna los suyos estarán empujando.

En las primeras horas de este domingo el ambiente en el centro de la ciudad es de compañerismo entre los mallorquinistas e incluso de hermandad con los vecinos de la capital navarra, acostumbrados a 'invasiones' mucho más numerosas y no tan pacíficas como las que están llevando a cabo los bermellones en una jornada de diversión hasta que los nervios se apoderen de todos cuando el balón empiece a rodar. El Cádiz, que necesita ganar al Alavés en Mendizorroza y un tropiezo del Mallorca para evitar el descenso, ha tratado de tender puentes con la masa social de Osasuna en busca de un aliado que en cierta manera podría ser juez del descenso.