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El Mallorca capturó un punto en el Sánchez Pizjuán que este jueves, al filo de las nueve, puede ser oro o bisutería. El 2-6 ante el Granada dejó el destino del equipo balear en manos ajenas y cuando el futuro no depende de ti, solo puedes creer y esperar. Si el Cádiz alza los brazos en San Sebastián, el empate amarrado en Sevilla no habrá servido casi para nada. Si, en cambio, la Real Sociedad hace los deberes, las huestes de Javier Aguirre podrán exprimir todas sus opciones en los dos últimos capítulos del curso.

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El punto resulta insuficiente en la clasificación -sigue en descenso- aunque sirve para resetear la moral de la tropa después del ridículo del pasado sábado. El Mallorca se comportó con una sorprendente firmeza en su línea defensiva con el renacido Manolo Reina que evitó la debacle en la última acción del encuentro. Aguirre liberó al meta malagueño de la celda de castigo y éste respondió con una actuación soberbia. Ante un Sevilla con un potencial enorme y un fútbol mediocre, el grupo bermellón incluso pudo capturar todo el botín con un cabezazo de Muriqi que rechazó Bono.

Visto lo visto en el Pizjuán se entiende menos el descalabro del pasado sábado. El equipo cerró filas, apenas dejó fisuras -salvo en las acciones a balón parado- y dispuso de alguna contra que no supo resolver. Pero el 2-6 ya es pasado. Ahora, hay que mirar a San Sebastián. Ahí también juega el Mallorca...