Los jugadores del Mallorca sonríen durante un reciente entrenamiento.

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La caravana de la permanencia hace una parada en Son Moix. A falta de cuatro jornadas y solo doce puntos por adjudicar, la Liga le concede a Mallorca y Granada una oportunidad, puede que definitiva, para sacar la cabeza del agua y agarrarse a la cuerda de la salvación. Maniatado fuera de casa desde hace meses, el conjunto balear tiene que recurrir al factor Son Moix para tomar un atajo hacia la estabilidad y desmarcarse del fuego que arrasa la zona más profunda de la clasificación. Con Vedat Muriqi de vuelta y una afición encendida a la espalda —las entradas que había a la venta se agotaron hace dos días—, la escuadra de Aguirre está obligada a sacar el monstruo que lleva dentro para buscar un triunfo que si bien no le garantizaría nada, sí que le dejaría a pocos metros de la orilla y anularía a otro rival directo (Visit Mallorca Estadi, Movistar LaLiga, 14.00 horas).

Visto desde abajo, el Mallorca-Granada es el partido de la jornada y el más importante del curso hasta el momento para sus protagonistas. Lo que suceda sobre la alfombra de Son Moix a la hora de comer marcará el futuro de baleares y andaluces, pero también el del resto de los inquilinos del sótano y el resultado, más allá de elevar a uno y hundir al otro, ayudará a despejar la carretera antes del último acelerón y a aclarar el horizonte frente a los posibles empates múltiples que tan cruciales pueden resultar en los metros finales.

El camino más corto para ambos es la victoria, innegociable en las dos esquinas. En el caso del Mallorca, la salida al Camp Nou redujo el valor de las últimas victorias en casa e interrumpió esa velocidad de crucero que aspiraba a alcanzar el equipo con el cambio en la dirección técnica y la llegada de Aguirre. Con la cadena de producción detenida tras las paredes de Son Moix, toca empujar en casa y atar los seis puntos que faltan por repartir en el Camí dels Reis. De lo contrario habrá que sufrir hasta el último segundo para conservar el pulso y mantener el rostro erguido.

Javier Aguirre, que ya ha asumido que su equipo deberá llevar el timón del partido, sueña con un duelo como el del Alavés. De hecho, lo más probable es que acabe fotocopiando el once que alineó ese día y que tan bien le funcionó en la mayoría de fases del encuentro, con la defensa habitual y el molde del 4-4-2 más clásico. Los interrogantes aparecen esta vez del centro del campo hacia adelante. En la sala de máquinas debería volver Iddrisu Baba, que descansó durante la visita al Camp Nou al estar apercibido, y a su lado Salva Sevilla, con Take Kubo escorado hacia el perfil derecho y Dani Rodríguez en el opuesto. Y arriba, la dupla que mejor ha funcionado desde que el mexicano está dando instrucciones desde el área técnica: Abdón-Muriqi. Ausente en Barcelona por sanción, el kosovar se ha convertido ya en una pieza fundamental para el engranaje ofensivo y el que más ha brillado a su lado hasta ahora es el de Artà, un actor imprescindible en las últimas finales mallorquinistas. Pocos jugadores entienden mejor que él lo que equipo y el entorno necesitan en este tipo de enfrentamientos en los que el corazón también termina jugando. Los que no estarán son Russo, con unas molestias que no ha superado del todo, Amath y Sedlar, además de Dominik y Galarreta.

El Granada, con una única alegría en las últimas dieciséis jornadas, llega a Mallorca con el barro hasta las rodillas y el objetivo de atrapar una victoria que le permita regresar a la superficie adelantando a un enemigo al que goleó en la primera vuelta (4-1). Aitor Karanka podrá recomponer su zaga al recuperar a Quini y a los centrales Víctor Díaz y Domingos Duarte, que no estuvieron contra el Celta por sanción. Ambos volverán al once, mientras que el acompañante del luso en el centro de la zaga será Germán —o Víctor Díaz— y en la izquierda seguirá Sergio Escudero. Otros de los que podría reaparecer son Gonalons, Machís y Arias, aunque su titularidad tampoco está asegurada.