Infografía de las nacionalidades en la plantilla bermellona. | Santiago Viedma

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El vestuario del Mallorca vuelve a contar bajo su techo con una amplia paleta de nacionalidades. Con la llegada del mexicano Javier Aguirre, el primer entrenador extranjero desde Valeri Karpin (el hoy seleccionador ruso dirigió al equipo en Segunda la temporada 2014-15), la plantilla reúne a futbolistas, técnicos y auxiliares de cuatro continentes y catorce países distintos. Una mezcla de pasaportes y culturas que mantiene a los isleños entre los más internacionales de Liga. Solo entre los futbolistas, ondean doce banderas diferentes, una menos que hace dos temporadas.

Aparte de España, que concentra al grueso del plantel, aunque esta vez con menos mallorquines que en otros ejercicios, únicamente Argentina (Battaglia y Russo) y Eslovaquia (Valjent y Dominik) tienen más de un embajador en una caseta en la que también están representados Uruguay (Gio González), Francia (Grenier), Kosovo (Muriqi), Estados Unidos (Hoppe), Ghana (Baba), Japón (Take Kubo), Corea del Sur (Kang In Lee), Serbia (Sedlar) y Senegal (Amath). A los que se pueden sumar México, a través del nuevo técnico, y Brasil, de donde es natural el médico Gustavo Lucas.

En su regreso a Primera el Mallorca destaca otra vez por su doble representación asiática. A la vuelta de Take, el tercer japonés del club tras Yoshito Okubo y Akihiro Ienaga, se ha unido este año la gran promesa surcoreana: Kang In Lee. El exfutbolista del Valencia toma el relevo de Ki Sun-Yueng, el primer jugador del país que ejercía como mallorquinista hace ahora dos años, aunque fuera de manera testimonial. Debutó unos minutos en Eibar y se desligó durante el confinamiento. Kang In Lee está llamado a tener un recorrido más extenso, pero por el momento no ha acabado de explotar.

El colorido africano lo aportan esta vez Iddrisu Baba, internacional con Ghana, y Amath Ndiaye, que la temporada pasada se erigía en el primer senegalés que jugaba con el Mallorca. Durante el mercado de invierno el vestuario perdía a un clásico: el marfileño Lago Junior. Un mercado casi siempre presente entre el mallorquinismo es el sudamericano, reforzado en invierno con la incorporación de Gio González. Hijo del exfutbolista Juanchi González, el lateral es el primer uruguayo de la entidad desde que se largaron el Chori Castro y Pablo Cáceres hace diez años. La colonia argentina, siempre numerosa en el club, crecía con la llegada de Rodrigo Battaglia y la continuidad de Franco Russo. También del continente americano, aunque mucho más al norte y desde la costa pacífica aparece el delantero californiano Matthew Hoppe, que ha estrenado la nómina estadounidense en un club con capital del estado de Arizona y algún accionista canadiense.

En la caseta mallorquinista tampoco pueden faltar los futbolistas balcánicos. A lo largo de su historia, el club balear ha disfrutado de jugadores serbios, croatas, bosnios, montenegrinos y macedonios. Toda la extinta Yugoslavia a excepción de Eslovenia. Hace unos meses dio una vuelta de tuerca al obtener la cesión de Vedat Muriqi, delantero internacional con Kosovo de ascendencia albanesa. Aparte del Pirata, Aleksandar Sedlar, central nacido en Novi Sad, al norte de Serbia, cumple su tercera temporada de rojo y negro.