Javier Aguirre y Toni Amor, en una imagen captada durante el primer entrenamiento de ambos en Son Moix. | Teresa Ayuga

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El Mallorca ha contratado a un entrenador al que le va la marcha. Javier Aguirre y su ayudante Toni Amor vuelve a subirse a un barco que transita por la tormenta del océano sin rumbo fijo ni capacidad de maniobra. A día de hoy se hunde y el club ha decidido dar el timón a quienes casi obran el milagro de la salvación del Leganés hace dos cursos. Ahora queda lejos, pero lo que el mexicano y el mallorquín hicieron tuvo en su día un mérito enorme y era mucho más difícil que el reto en la Isla.

Javier y Toni tomaron un Leganés que estaba muerto deportivamente hablando. Era colista, a cuatro puntos del descenso y sin futuro. Por el camino perdió a En-Nesyri, traspasado al Sevilla después de Navidad, también a Braithwaite, que fichó por el Barcelona en febrero. Un desastre y tremendo revés para cualquier entrenador. No así para Aguirre. No así para Amor. Ambos decidieron que debían tirar con lo que tenían, dieron confianza a los que se quedaban y a partir de ahí empezaron a sumar puntos. Tantos como trece en las últimas nueve jornadas de la temporada 19/20. Al final acabaron con 36, no se salvaron por un gol, quedaron (2-2) en el Bernabéu, pero lo más importante es que llegaron vivos al final cuando quien más quien menos ya estaba visitando la tumba. Fue casi un milagro.

La recta final

Para plasmar una situación más o menos similar a la actual, de los últimos nueve partidos del Leganés ese año con Aguirre y Amor a los mandos, el equipo perdió solo dos encuentros, empató cuatro y ganó tres. Las victorias fueron ante Espanyol, Athletic Club y Valencia, mientras que en la última jornada, ante el Madrid, empataron a dos. Fue un encuentro donde Jovic cometió penalti al tocar el balón con el brazo, uno de esos penaltis modernos que justo ese día y ese momento no se señaló.

Sin embargo, la reacción se había consumado y el Leganés, con todo en contra, se mantuvo con pulso hasta el final. Ahora de nuevo los dos entrenadores vuelven a tener que activar al grupo en una fase de la temporada donde no hay excesivo tiempo para una revolución, entre otras cosas porque los mimbres son los mismos que los que tuvo en su momento Luis García. Existe un mal terrible en el equipo que el anterior entrenador no pudo detener y que terminó sentenciándolo. Aguirre y Amor tienen ahora que poner freno a la sangría de goles en contra que entierra al equipo partido tras partido. No es fácil. Existe la opción de jugar con tres centrales y dos laterales con recorrido y cubrir algo mejor el espacio de la propia área.

Fiabilidad

Sin embargo, ahí juega un papel clave la fiabilidad de los defensas. Y estos están muy limitados. Valjent y Raíllo —este último baja en Getafe por tarjetas— mediatiza ya el plan inicial porque la diferencia entre ellos dos y Russo y Sedlar es enorme. No hay que engañarse. Sin embargo, hay que meter mano a la zona defensiva porque toda posibilidad de crecer durante los partidos empieza por ahí. A modo de referencia, en los últimos nueve encuentros de Aguirre y Amor al frente del Leganés el año del descenso, el equipo madrileño mantuvo la portería a cero en un total de seis partidos, circunstancia que le valió para tomar impulso al final. Ahora más que nunca necesita el Mallorca hallar un sistema por el cual el portero que juegue —está por ver si será Rico— tiene que permitir no encajar goles.

Apartir de ahí el sistema debe adaptarse a los jugadores con los que cuenta actualmente. Todo hace indicar que Aguirre evitará improvisar y será la hora de los veteranos porque en un partido esporádico algún joven te puede sacar del atolladero, pero las categorías dependen en gran parte del carácter y experiencia del batallón principal. Y ese es el que tiene que dar un paso adelante en una situación de máximo riesgo como la actual. El choque ante el Getafe se lo pierde además del central cordobés, el lateral Jaume Costa, al margen de saber cómo van a regresar los internacionales. Si antes no había margen de error ni espacio para perder puntos, ahora mucho menos toda vez que el equipo está ya en zona de descenso. El factor motivacional no corre peligro ya que Javier Aguirre es un entrenador con esa capacidad sobrada para cambiar estados de ánimo. A partir de ahí restará variar también la cara futbolística del equipo y reconducir la situación.

El apunte

Las últimas nueve finales

Este fin de semana, el parón de las selecciones permitirá al Mallorca seguir trabajando con el punto de mira puesto en el encuentro de la próxima semana ante el Getafe. A partir de ahí, las finales se irán encadenando una tras otra. En Son Moix recibirá al Atlético, Alavés, Granada y Rayo mientras que fuera rendirá visita al Elche, Barcelona, Sevilla y Osasuna. Nueve finales en mayúsculas.