Los jugadores del Real Mallorca celebran el gol de Vedat Muriqi ante el Cádiz. | M. À. Cañellas

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Es uno de los equipos más en forma del campeonato. Uno de los ‘outsiders’ que se ha atrevido a desafiar la tiranía bipolar de los grandes para reclamar su espacio entre la nobleza. Junto a su rival de ciudad se ha colado en una zona tradicionalmente reservada a los poderosos y no quiere renunciar a ese privilegio. Es el Real Betis Balompié de Manuel Pellegrini y esta tarde (18.30 horas, Benito Villamarín) se entromete en la carrera del Mallorca hacia la tranquilidad. El grupo balear se enfrenta a un desafío descomunal.

Después de embolsarse dos victorias, escaparse del fango y llenarse los pulmones tras cuatro jornadas respirando con dificultad, el grupo balear no renuncia a la hazaña que supondría enlazar tres alegrías consecutivas en la máxima categoría casi una década después. Ese fue el discurso optimista que repartió Luis García Plaza a los expedicionarios que partieron rumbo a Sevilla. Ganar tres partidos seguidos no es una tarea sencilla en Primera. Ni siquiera el Barça lo ha conseguido en este curso. Pero el Mallorca confía en seguir con el viento a favor tras superar a Cádiz y Athletic Club y en el posible estrés físico y mental de un equipo que tiene un pie en la final de la Copa del Rey, en la siguiente ronda de la Europa League -jugó y ganó el pasado jueves al Zenit en San Petersburgo- y es tercero en el torneo de la regularidad.

Aunque todavía quedará prácticamente el último tercio de campeonato, la victoria se antoja crucial para mantener la inercia de las últimas jornadas. Cogería un colchón notable en relación a las plazas de descenso y afrontaría los próximos envites de órdago (Valencia, Real Sociedad, Celta y Real Madrid) con los bolsillos repletos de confianza. En la cruz de la moneda aparece su reciente bagaje a domicilio, donde ha sufrido tres derrotas seguidas con nueve goles encajados y solo uno a favor. Más allá de números y estadísticas, Luis García tiene motivos para sonreír. La incorporación de Vedat Muriqi ha regenerado el aire del vestuario. El kosovar ha aportado un gen competitivo extraordinario a un equipo que vivía sin una referencia ofensiva. Su llegada ha mejorado las prestaciones de Ángel y ha permitido que LGP apueste ya de forma descarada por jugar con dos delanteros.

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Los socios por los orillas serán los mismos que en las dos últimas semanas con Dani Rodríguez y Take Kubo, extasiado todavía tras el gol del triunfo ante el Athletic Club. Con Baba todavía en la enfermería, Salva Sevilla ha recuperado galones en una sala de máquinas que agitará junto a Galarreta. El almeriense regresa a un escenario que le idolatra para medirse a su equipo. En la zaga, mejorado de forma notable con la recuperación de Antonio Raíllo, la baja por sanción de Brian Oliván impedirá que el técnico madrileña pueda repetir once y le abrirá las puertas a Jaume Costa. Bajo los palos, Sergio Rico, un sevillista de pro, también vivirá un partido especial en terreno enemigo. Tendrá mimbres en el banquillo para alterar el guión. Tipos como Antonio Sánchez, Kang, Abdón y Amath, que regresa tras cumplir un partido de sanción.

En el Betis, que posee una de las plantillas más completas del torneo, el objetivo, es mantener la intensidad en defensa, el buen juego en las zonas de creación y la gran pegada arriba para afianzar su tercer puesto y refrendar su aspiración de jugar de nuevo para Europa y, en la actual situación, ver más cerca una clasificación para la Liga de Campeones. Pellegrini recupera para recibir al Mallorca al centrocampista Sergio Canales, reincorporado el viernes al trabajo con el grupo tras superar el coronavirus y que podría volver al once junto con otro de los hombres más determinantes en el esquema bético, Fekir, descansado al no jugar en Europa por sanción.

Pellegrini dará continuidad a las rotaciones que tan buen resultado le están dando, con Bellerín, Bartra y quizás Víctor Ruiz y Miranda en defensa, este último para dar un respiro a un Álex Moreno en un gran momento. Partido grande en el Villamarín.