Abdón, Sedlar, Fer Niño y Battaglia esperan el remate durante el partido de Copa contra el Llanera. | Eloy Alonso

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Sin grandes cargas encima y con el horizonte despejado, el Mallorca se presenta en Granada con la idea de abrochar a lo grande un año especial. La escuadra balear, acampada en una zona tranquila de la clasificación y con los deberes recién hechos en la Copa del Rey, pondrá un punto y aparte en su travesía hacia la tierra firme tomándole las medidas a un rival directo que además de circular en dirección opuesta llega al partido con el agua hasta el pecho (Nuevo Los Cármenes, Movistar LaLiga, 14.00 horas).
El Mallorca ha curado a tiempo sus heridas más feas y quiere girar la última página del calendario dando otro acelerón hacia su objetivo con una victoria que impactaría de lleno contra la línea de flotación del proyecto granadista, lleno de grietas tras la primera mitad de la temporada.

Para conseguirlo, el Mallorca necesita empaquetar la tercera victoria del torneo lejos de Son Moix y mantenerse sobre el carril de los últimos desplazamientos, en los que ha llegado a hilar hasta tres alegrías consecutivas como foráneo aprovechando la pasarela de la Copa del Rey. En esa dirección, el paso por el Metropolitano ayudó al equipo a sacudirse los complejos y a quitarse un peso de encima. A reforzar una autoestima que ahora le permite echarle un pulso al Granada desde una posición mucho más cómoda.

Lo que sigue sin resolver el Mallorca es el problema de las bajas, que ha vuelto a cebarse de lleno con la línea defensiva. Despojado de Raíllo desde principio de curso, Luis García Plaza pierde ahora al que ha sido su repuesto durante todos estos meses: Franco Russo. Además, durante la semana el técnico ya había perdido volumen