El pacto de Cort. Joan Fageda y Bartolomé Beltrán firmaron el pacto por el cual el Mallorca se convertía en inquilino de Son Moix por un espacio de 40 años. El 24 de diciembre de 1996 se adjudicó la construcción del estadio con motivo de la Universiada 99.

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Real Mallorca y Ajuntament de Palma rigen el uso del estadio de Son Moix en base a un convenio que se firmó el 15 de diciembre de 1997 y por el cual el club balear ocuparía el estadio de Son Moix por espacio de 40 años. En su día el documento que firmaron el que fuera presidente del club Bartolombé Beltrán en esa época y el alcalde de Palma, Joan Fageda, contemplaba toda una serie de normas de obligado cumplimiento por parte de ambas instituciones.

Han pasado 22 años desde que el equipo balear jugó el primer partido en el campo de Camí dels Reis y el tiempo ha castigado la infraestructura. El Mallorca entiende que con el convenio en la mano es el Ajuntament el que debe hacerse cargo de las obras de mejora y que tienen que ver con deterioro del hormigón del estadio, de la cubierta, del sistema de desagües y tuberías, así como del sistema de iluminación y eléctrico, los cuales necesitan de una intervención inmediata, según el club. De la misma forma también indica la necesidad de abordar el cambio de las sillas en las gradas debido a que el paso del tiempo ha dejado a muchas de ellas inservibles.

El convenio en su punto número dos en el apartado de reformas indica que estas serán responsabilidad del Ajuntament, sobre todo las que sean como consecuencia de defectos estructurales, vicios ocultos como también por el deterioro producido por agentes atmosféricos y otras circunstancias de fuerza mayor o casos fortuitos por el normal envejecimiento de la instalación. Este punto, sin embargo, especifica también que este tipo de acciones deben llevarse a cabo previo acuerdo entre las dos partes. El Ajuntament pretende cumplir con sus responsabilidad en este sentido, pero también apunta a la necesidad de tener que llevar a cabo un acuerdo tal y como refleja el documento firmado en su día.

Otro de los puntos que hace referencia a las obligaciones del Mallorca y que refleja en el capítulo 1 referente al mantenimiento, apunta que la entidad rojilla debe atender al mantenimiento y también a la conservación de las instalaciones del estadio usadas por el club cuando el deterioro que estas puedan sufrir sea como consecuencia del uso derivado exclusivamente de la actividad que desarrolle el propio club. Este punto concreto alude a instalaciones en el amplio sentido de la palabra y a su mantenimiento, pero la SAD Balear en el escrito remitido a Cort hace referencia especialmente a daños estructurales que han ido apareciendo con el paso de las temporadas.

Más allá de la modernización de la zona de oficinas y de la atención al socio, lo que es la grada apenas ha sufrido cambios desde que se jugó el primer encuentro contra el Real Madrid en el año 99. Han ido cambiando y modificando zonas habilitadas a los medios, ampliado los palcos vip, pero todo lo referente a la grada prácticamente está igual, de ahí que numerosos asientos no hayan podido superar el paso del tiempo.

El convenio también tiene sombras y puntos que bajo ningún concepto se han cumplido nunca, no solo ahora. Principalmente tiene que ver con las pistas de atletismo. Por ejemplo, en el punto 2 de los derechos de explotación económica, se indica lo siguiente: «En caso de utilización de vehículos publicitarios dentro de la pista de atletismo, se deberá garantizar su perfecta conservación. En el caso de que se produzca algún deterioro, el Mallorca SAD asumirá los gastos derivados de su reparación». Resulta evidente que jamás se ha cumplido este punto y que desde el minuto cero sobre la pista de atletismo han circulado vehículos, jugadores con tacos de fútbol, se han situado vallas y recientemente la grada Lluís Sitjar. También se instalaron pequeños campos de fútbol sobre la misma.

El gran problema de fondo, sin embargo, más allá de la interpretación del convenio es la propiedad del campo. Este es municipal, pero la explotación pertenece al club y es el Mallorca quien más y mejor conoce las necesidades, virtudes y defectos del estadio. En este sentido la entidad rojilla ha tratado de conseguir la propiedad de la instalación permutando los terrenos del Sitjar, pero para que esto sea efectivo es necesario encontrar el consenso con los copropietarios del viejo campo, que ahora es un solar en el centro de Palma, acuerdo que no llega ni llegará a corto, medio y largo plazo vistas las posiciones de Cort y de los copropietarios. Ante esta situación de enquistamiento, el Mallorca no tiene más remedio que agarrarse al documento del 97 y seguir afrontando la realidad actual.

La idea del Mallorca es reformar completamente el estadio más allá de los problemas estructurales actuales. Con este fin está llevando a cabo un estudio que desvele cuál es la mejor hoja de ruta a seguir. En este escenario el club incluso se había planteado la posibilidad de cambiar los asientos durante la ejecución de la gran reforma del recinto deportivo, pero ahora, con el convenio en la mano y ante la posibilidad de que la reforma no pueda acometerse a corto o medio plazo, busca al menos que esos problemas graves de estructura y el cambio de los asientos se puedan ejecutar de forma urgente.

Cort por su parte asume que si se llega a un acuerdo entre las partes se puedan llevar a cabo las mejoras previstas, pero el tiempo de reforma de una propiedad particular no es el mimo que si tiene que llevarlo a cabo una entidad pública como el Ajuntament. En este caso hay toda una serie de trámites burocráticos ineludibles que deberán cumplirse y que de forma innegociable van a retrasar todavía más los deseos del Mallorca de ver solucionados los problemas actuales.