El colegiado Pizarro Gómez le muestra la roja a Sedlar en presencia de Russo, ayer, en Cádiz. | Álvaro Rivero

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Seis puntos que se escapan por el sumidero de los partidos; cinco expulsados en los ocho últimos días... y unos finales de partido taquicárdicos. El Mallorca volvió a vivir otro descuento terrorífico en el Nuevo Mirandilla después de una batalla marcada (otra vez) por el VAR.

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En un instante, el grupo de Luis García Plaza (que fue expulsado por decirle ‘no nos pitas ni una’) pasó de jugar en superioridad por la roja a Iza Carcelén –anulada posteriormente por la revisión del videoarbitraje– a una amarilla en contra por la falta previa de Iddrisu Baba al Pacha Espino... El partido, que había llevado a su terreno el conjunto isleño gracias a un gol de Baba en el primer acto, se le empezó a poner cuesta arriba a partir de esas acciones de entreguerras. Sedlar, acostumbrado a vivir en el alambre, vio una segunda amarilla rigurosa.

De repente, ya sin Luis García Plaza en el banquillo, el cronómetro comenzó a acercarse de forma peligrosa al minuto 90. A la barrera del miedo. A partir de ese instante, al Mallorca comenzó a temblarle las piernas recordando lo sucedido en San Sebastián, Mestalla, en casa ante el Sevilla... Esta vez fue Sastre el que arrolló al Choco Lozano como un tren descarrilado y el árbitro señaló penalti. Álvaro Negredo confirmó ser una de las bestias negras del Mallorca para impedir una victoria que el equipo volvió a tirar por la borda en los instantes finales. Otra vez entró miedo, pánico y terror en el descuento.