Imagen de los jugadores del Mallorca celebrando en Mendizorroza el único triunfo a domicilio. | David Aguilar

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El Real Mallorca vuelve a jugar a la hora de comer (14.00 horas) para deleitar la cena de los seguidores asiáticos, concretamente de los aficionados de Corea del Sur. El partido se juega a las dos de la tarde en España, las nueve de la noche para los coreanos, que supuestamente según LaLiga esperan con ansiedad el momento de ponerse delante del televisor para ver a Kang-in Lee. No es para menos, hoy será la gran atracción del encuentro ya que se medirá al que fue su equipo.   

El Mallorca elevó una queja oficial a LaLiga por estos horarios con el resultado de doble ración. Mejor no volver a decir nada. Ordenado lo importante, que es el asunto de los horarios, el Mallorca se plantará en Mestalla con el objetivo de batir a un Valencia temible, pero no tanto como años anteriores. Si algo hemos aprendido en la Isla es que los problemas institucionales y económicos siempre repercuten en el césped y ahora con Bordalás el equipo ‘ché’ está viviendo esa especie de calma-tensa y Mestalla puede explotar en cualquier momento. Con la afición desatada por el regreso masivo a los estadios, hoy el equipo balear afronta un choque comprometido, difícil, de esos donde hay que estar enchufado desde el minuto uno y hasta el final. Los dos equipos son a imagen y semejanza de sus entrenadores; es decir, conjuntos compactos, dinámicos, aguerridos y valientes. Luego está el talento, la pizca de suerte y el acierto, pero tanto José Bordalás como Luis García han construido dos batallones de soldados que pueden hacerlo mejor o peor, pero no bajan los brazos nunca. Hoy jugarán Reina y diez más en Mestalla y lo harán con el objetivo de no repetir lo sucedido ante la Real Sociedad, donde se dejó escapar un punto en la recta final. Lo dijo ayer Luis García cuando apuntó en la necesidad de tener mayor capacidad de amarrar un punto o tres en la recta final. Tal vez falta esa pizca de oficio que da la reiteración de partidos en Primera y siempre hay que aprender de los errores. El técnico asegura que ha mentalizado al grupo para que situaciones como la de Anoeta no vuelvan a darse, pero esto es fútbol, solo fútbol, y todo se puede repetir por mucho que el deseo sea otro. Futbolísticamente, el equipo bermellón sigue dando pasos hacia adelante, lo que le falta es continuidad y eficacia en el área enemiga. Y eso no es fácil. Y más en un periodo donde las lesiones han golpeado y de qué manera al vestuario de LGP.

Poco a poco se va viendo la luz con la recuperación de hombres como Sedlar y, recientemente Jaume Costa, pero todavía hay jugadores determinantes como Raíllo y también Kubo que están fuera y seguirán estando fuera. Convivir con ello es una necesidad y una obligación, pero no deja de ser un verdadero fastidio no poder contar con dos de los hombres más determinantes del equipo por lo mucho que aportan en la contención y la creación.

Variantes

García Plaza introducirá variantes en el equipo, pero sin abusar. El esquema, el plan, la hoja de ruta será la misma juegue quien juegue, aunque lo cierto es que el grupo le ofrece ahora posibilidades en varios frentes, sobre todo en la sala de máquinas donde a excepción del japonés, el resto está a disposición de su entrenador.

El Valencia, tras cinco partidos sin ganar, ya está más cerca de los puestos de descenso, de los que le separan siete puntos, que del liderato de la tabla, que lo tiene ya a ocho puntos. Las amargas experiencias de los últimos años deben animar al equipo a no caer a ese pozo de la zona baja del que tanto le cuesta salir después.

El equipo de José Bordalás afronta este encuentro tras la derrota sufrida el pasado domingo en el Camp Nou en un choque en el que se adelantó en el marcador y en el que, más allá del polémico penalti señalado a José Luis Gayà sobre Ansu Fati, le faltó contundencia en ambas áreas. El encuentro supuso la vuelta al once tanto de Gayà como de Carlos Soler y los dos dieron mayor solidez al juego del equipo. Será el regreso de Kang-in Lee a Mestalla. Recuerde, a la hora de comer, de cenar en Corea.