El defensa posa para este diario en Son Bibiloni. | Pere Bota

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Pablo Carmine Maffeo Becerra (Sant Joan Despí, 1997) ha llegado para quedarse. En el lateral derecho de Luis GarcíaPlaza y en el Mallorca. Sobre todo, porque el acuerdo de cesión firmado en verano con el Stuttgart alemán, el club al que pertenece, incluye una cláusula de compra obligatoria si el equipo balear alcanza la permanencia. Hermano de otro futbolista —Víctor, tres años menor, que juega en Andorra—, de padre italiano y madre argentina, empezó a formarse en el Levante Las Planas y pasó por la cantera del Espanyol antes de enrolarse en la academia del Manchester City. Con solo 24 años, también ha conocido las dos caras de la Primera División: la dulce, salvándose con el Girona, y más recientemente la amarga, bajando con el Huesca.

Ante todo, ¿cómo se encuentra de esas molestias que arrastraba?
— Al final cumplimos los plazos antes de lo previsto y tuve poco tiempo para entrenar antes del partido contra el Levante. Estoy un poco cargado, pero nada grave.

Vaya inicio con las lesiones...
— Es verdad que hemos tenido muchas, sobre todo en defensa. Pero los compañeros que han entrado han cumplido y eso dice mucho de la plantilla.

¿Es uno de los que en plena crisis se ofreció a jugar de central?
— Sí, yo juego dónde sea y siempre he dicho que lo que quiero es jugar y dar el máximo de mí. He jugado mucho de central y no me importaba hacerlo. Y si tengo que estar en otra posición que no es la mía, igual. Quiero jugar.

El equipo esta vez ha podido disfrutar de otro dulce parón.
— Tengo la experiencia del año pasado con el Huesca, que estuvimos todo el año ahí abajo. Al final, esto es Primera División, somos un recién ascendido y lo vamos a pasar mal. Si la gente se piensa que en enero estaremos salvados, no va a ser así. Vamos a tener que pelear hasta el final y, obviamente, habrá momentos buenos y malos. Aunque ahora estamos en una posición que todos hubiésemos firmado.

Ahora el calendario empezará a empinarse de forma peligrosa.
— La cosa están tan igualada que al final da igual contra quién juegues. Si sabes lo que tienes que hacer, lo tienes en mente y lo haces, puedes ganar a cualquier rival. Últimamente se está viendo más, los resultados son cada vez más parejos y salvo los dos más grandes el resto de equipos están casi a la par, y ahora ni aún así. Creo que tenemos opciones de puntuar en todos los campos.

De momento los números cuadran, pero ¿han hecho ya las cuentas de la permanencia?
— La verdad es que no miramos eso. Esto es muy largo, larguísimo, y cuando parece que estás abajo, que estás hundido, ganas dos partidos y te vuelves a meter ahí. Ahora hay que jugar, sacar todos los puntos posibles, lógicamente, y ya habrá tiempo de mirar, si hace falta, cómo están las cosas.

En sus dos experiencias en Primera, Girona y Huesca, ha vivido las dos caras de esta Primera División. ¿Aprecia alguna similitud con lo de esta temporada?
— Me recuerda más a la del Girona, por resultados, por equipo… El año pasado en Huesca hicimos 12 puntos en la primera vuelta, que son casi los mismos que llevamos ahora. Creo que estos puntos que ya tenemos nos van a dar mucha ventaja pero tenemos que seguir peleando.

¿Cómo de importante era ganarle al Levante?
— Bastante importante, porque afrontar el parón con una victoria y 11 puntos era fundamental a nivel anímico. Para el equipo, para nuestra tranquilidad y para fijar objetivos sobre lo que viene.

Además de ganar había que cortar la hemorragia en defensa. Usted lo vio desde fuera pero el equipo venía de encajar nueve goles en los dos partidos anteriores.
— Cuando te meten tantos goles en tan pocos partidos es duro y no es culpa de los que jugaron. Somos un equipo y el bien de los once que juegan es el bien de los 25 que somos. No es agradable.

Si algo está haciendo bien el Mallorca es sacarle partido a los pocos goles que marca.
— Creamos muchas ocasiones y lo que tenemos ofensivamente es brutal. Pocos equipos tienen esa facilidad para crear ocasiones porque tenemos jugadores que pueden jugar en todas las posiciones. Es verdad que para las que creamos estamos marcando poco, pero cuando lo hacemos vale oro. Al final lo agradeceremos.

Aclárelo: ¿el centro del otro día era para Ángel o para Baba?
— (Risas) La verdad es que yo no vi a nadie (risas). Sabía que en el área había gente y puse ahí el balón, con la suerte de que fue a la cabeza de ambos. A Baba casi no lo hemos visto para darle caña porque se fue con la selección pero viendo el salto que pega no nos reiremos mucho.

¿Qué pasó con Paco López? ¿Le supo mal que lo destituyeran?
— Me supo mal la tangana que se montó porque puede llevar a expulsiones y a cosas desagradables. Es una realidad que yo digo la frase esa de ‘te quedan dos días’, pero me molestó que no se dijese que durante cuarenta minutos me habían estado diciendo cosas desde la banda, que es por lo que yo salto así. Me arrepiento de haberlo dicho, pero no le falté al respeto ni a él ni a su familia y no creo que sea tan grave para lo que se dijo luego.

¿Pero después habló con él?
— Le envié un mensaje a su móvil diciéndole que lo sentía mucho y él me dijo que no pasaba nada, que son cosas que se quedan en el campo. Si a alguien le ha molestado pido perdón de nuevo. Lo único es eso, que parecía que yo había ido a decirle que le quedaban dos días, cuando habían empezado ellos a decirme cosas. No me excuso, es lo que dije, pero se queda ahí y ya está. Había mucha tensión en ese momento. Ellos se estaban jugando mucho y nosotros también. Tienes la pulsaciones a doscientos y estás con la adrenalina del partido.

¿El equipo ha ganado los partidos que tenía que ganar?
— Ahora con lo del COVID parece que está todo más igualado y los equipos se refuerzan mejor y se preparan mejor físicamente. Dentro de eso, nosotros tenemos que ganar a rivales directos y hacernos fuertes en casa. Debe ser nuestro templo.

¿Se nota la ayuda del público?
— Yo, por ejemplo, el otro día sí lo noté muchísimo y lo agradecí, porque me lo pasé muy bien jugando. Disfruté mucho. Se agradece que todo se vaya normalizando aunque el bicho siga ahí.

Empezó a rodar siendo muy joven. ¿Es Mallorca el lugar donde le gustaría encontrar la estabilidad?
— Estoy encantado desde el primer día y no habló solo del club. Todo el mundo me ha acogido genial y estoy súper contento. Encontrarte bien en una ciudad es importantísimo. En Stuttgart no lo estuve, por ejemplo. Ni mi familia ni yo nos adaptamos bien. Aquí pasa todo lo contrario. Palma es una ciudad maravillosa.

¿Lo de volver a Stuttgart ya no lo contempla?
— Me queda este año y otro de contrato pero si nos mantenemos hay una opción de compra obligatoria y espero no volver. Si me quedo significa que hemos logrado la permanencia. Aunque ahora he madurado y volver allí ya no sería tan trágico como hace un par de años.

Fue el traspaso más caro en la historia del club (10 millones) y luego acabó apartado. ¿Qué ocurrió?
— Yo era muy joven, sin experiencia e inmaduro y ellos se portaron muy mal conmigo. Te pongo un ejemplo: el día que nació mi hija, que es alemana, avisé al club de que ese día no iba a ir y cuando llegué al día siguiente a entrenar me apartaron del equipo dos semanas, me pusieron una multa enorme, de miles de euros, y se portaron fatal. Ahora el club ha cambiado bastante, pero el entrenador de ese momento (Markus Weinzierl) es la peor persona que me he encontrado. También te digo que me hizo más fuerte y madurar antes. Ahora soy otro. Pero era muy mal entrenador y mala persona. Te tienes que encontrar a gente así para darte cuenta del tipo de personas que quieres ser y la que no.

Antes se había marchado muy joven a Manchester. ¿Cómo fue?
— Allí el primer año lo pasé muy mal. Salí de casa con 15 o 16 años y lo pasé fatal. Echaba mucho de menos mi vida, a mis amigos, a mi novia, todo. El primer año vivía con una familia inglesa, pero no tenía ni idea de inglés. Después de ese año fue genial y me lo pasé muy bien. Conocí a grandes jugadores y a grandes amigos. Todo aquello me hizo ser futbolista. Me fui con Manu García y con Brahim Díaz, con los que tengo una relación espectacular, y con Angeliño, que estuvo aquí y me habló muy bien de Mallorca, por cierto. Es como un hermano para mí.

Este año ha conocido a Luis García Plaza, ¿qué tal con él?
— Muy bien. Es una persona cercana, que te ayuda. Y te mete caña, porque a mí me mete mucha (risas), aunque me gusta. Todo el cuerpo técnico es así.

¿La afición del Mallorca tiene razones para confiar en la salvación?
— Claro. Habrá momentos malos y dudas porque no somos uno de los grandes, pero que nos apoyen porque vamos a lograr el objetivo. Por nosotros y por ellos, que han estado un año y medio sin venir y nos dan mucha fuerza.