El delantero croata de Osasuna, Ante Budimir, celebra un gol de Osasuna ante el Cádiz. | Efe

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Gestado de forma notable el reingreso en Primera y festejado además por entregas, en el Mallorca resulta inevitable pensar en el futuro. Aunque existen todo tipo de teorías en torno a la capacidad del actual plantel para competir con la aristocracia del fútbol nacional, es una obviedad que el club balear acudirá al mercado y también que abrirá la puerta de salida.

Es cierto que todo es cuestión de prioridades, pero uno de los primeros asuntos que deberá encarar la dirección deportiva es el «caso Budimir». Cedido a Osasuna el pasado verano, sería uno de los fichajes idóneos para encarar la nueva travesía en Primera, pero la realidad es que el desafecto del croata con el conjunto bermellón plantea un viaje sin retorno.

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Si meses atrás el futbolista forzó la máquina hasta el límite (incluso lo superó) para largarse del Mallorca y fijar su nueva residencia en Pamplona, sus recientes declaraciones («quiero seguir aquí, Osasuna ya lo sabe») corroboran que su amnistía resulta extremadamente complicada. Prácticamente imposible.

En circunstancias normales, todo lo que ha hecho Budimir de un tiempo a esta parte tiene rango de alta traición. Institucionalmente, la mejor noticia para el Mallorca es que Osasuna abonara la cantidad pactada durante el pasado septiembre (8 millones), aunque eso tampoco está claro que vaya a suceder.

Deportivamente, la escuadra de Luis García Plaza necesita a un tipo como Ante Budimir, que ha acreditado su solvencia durante sus dos temporadas entre la élite, donde ha anotado 25 goles (13 con la camiseta del Mallorca y 12 con la de Osasuna), otra cosa distinta es que deba pasar por alto la infinidad de desplantes del jugador, que ha vuelto a recordar que no quiere jugar en un club que le ha dado mucho, probablemente demasiado.