Los jugadores del Mallorca celebrando el gol de Raillo ante el Leganés. | M.A. Borràs

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Luis Aragonés lo tenía claro. Hasta que faltaran diez jornadas se podía pisar algún charco, tropezar dos veces con la misma piedra y hasta hacer el acordeón cediendo incluso parte de la presión al rival. Pero al adentrarse en las últimas diez jornadas ya no había espacio para la dudas y el deposito tenía que estar lleno de confianza.

Este fin de semana el equipo de García Plaza se adentra de lleno en la llamada Liga de Aragonés. Esa fase del curso donde hay que jugarse los objetivos en las últimas diez jornadas. Quien mejor llegue a esta estación, más entero físicamente y con recursos de sobra para administrar esfuerzos será el que consiga le objetivo. Quien más dudas exhiba en el campo y agarre las excusas por bandera, éste tendrá que ir pensando en un plan b. La carrera de fondo para abrazar el ascenso directo es cosa de tres: Espanyol, Mallorca y Almería y el equipo de García Plaza, pese a firmar un curso para enmarcar, no ha conseguido abrir el colchón deseado con el tercer clasificado. Y no lo ha conseguido porque ninguno de los tres en esta batalla da su brazo a torcer. Es cierto que han ido haciendo el acordeón semana a semana. Unas veces el Espanyol, otras el Mallorca y en alguna ocasión el Almería. Ahora la temporada ya no permite errores y hay que pisar a fondo.

El conjunto de Vicente Moreno es quien mejor lo está haciendo. En estos momentos encadena tres partidos consecutivos ganando, en total nueve puntos, pero además, retocediendo este último mes y medio de competición, había empatado tres encuentros más y ganado otros dos en los últimos nueve partidos.

Los empates son buenos si se consiguen entremezclar con victorias y eso le ha permitido al once blanquiazul asomarse de nuevo en la cima de la tabla.

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Los mallorquinistas no lo han hecho del todo mal, pero las tres derrotas en estos últimos diez partidos ha dado alas al Espanyol y a la vez pemitido al Almería no desconectar de todo en la lucha por el ascenso. El último triunfo de los malloquinistas ante el Leganaés permitió convertir en un accidente lo ocurrido a principios de semana frente al Fuenlabrada donde un primer tiempo para olvidar dejó una sensación de desazón en el mallorquinismo. Sin embargo, frente al conjunto del Leganés el partido se solventó con un gol de Raíllo y los puntos fueron un nuevo balón de oxígeno a la espera de adentrarse en un recta final donde fallar supone, ahora sí, dar pasos hacia atrás.

De estos últimos diez partidos, seis van a jugarse lejos de Palma: Las Palmas, Castellón, Sabadell, Málaga, Tenerife y Ponferrada. Por lo tanto son cuatro los que restan por disputar en el estadio de Son Moix: Lugo, Mirandés, Alcorcón y Zaragoza.

Será muy difícil en el escenario actual que el público pueda volver a los estadios de Primera y Segunda y es bueno cuando juegas a domicilio, pero terrible cuando te toca hacerlo en casa. La grada de Son Moix durante estos últimos años ha mostrado una identificación enorme con el equipo y en momentos puntuales ha sido el motor del grupo sobre el campo. Ahora el ascenso se jugará seguramente en casa y el once de Luis García Plaza previsiblemente tendrá que hacerlo sin el apoyo de los suyos en las tribunas. El

Un triunfo para reforzar la fe

El Real Mallorca ganó al Leganés por la mínima este pasado jueves gracias a un gol de Raíllo y a una intervención magistral de Reina en la recta final del choque. El equipo baler se reencontró con su versión más eficaz tanto en un área como en la otra y logró sacar adelante un partido peligroso después del tropiezo del pasado lunes en Fuenlabrada. Mañana domingo el once de LGP jugará en Las Palmas otro partido clave para seguir conectado a la zona alta. Los canarios buscarán el triunfo para seguir soñando con la promoción.