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La clasificación es extraordinaria, pero las sensaciones no invitan precisamente al optimismo. En la noche más oscura de la temporada y la función más nefasta que se le recuerda a Manolo Reina -que regaló los dos primeros goles-, el Mallorca cedió el liderato y una oportunidad única para asestar un golpe crucial en la zona noble. En la cita señalada para abrir brecha con respecto al tercer clasificado, el grupo perdió la cabeza...y parte de su crédito.

Luis García Plaza se equivocó en el planteamiento y tampoco estuvo lúcido a la hora de motivar a los suyos. El propio técnico entonó el mea culpa en la sala de prensa -donde mejor estuvo- y optó por abrigar a sus jugadores. Decir lo contrario hubiera sido un error de principiante... y LGP ya tiene muchas batallas.

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Porque lo peor de la noche no fueron los errores groseros de Reina. Ni siquiera el infortunio de Abdón en un remate franco que optó por picar y se estrelló en el larguero (hubiera sido el empate). Lo más negativo fue la falta de actitud en una primera parte para analizar y aprender. Todos los balones divididos fueron del Fuenlabrada. Todas las llegadas, las ocasiones, los goles... La inseguridad defensiva convirtió a Pinchi en el Mbappé del Camp Nou y al Mallorca, en un juguete roto.

El bache del equipo es evidente. Dos derrotas y un empate en las tres últimas funciones así lo confirma. Es cierto que en la primera vuelta del campeonato ya pasó por una racha idéntica y supo salir del agujero para volver a asomar la cabeza. Pero cada vez queda menos tiempo para rectificar. El vértigo a las alturas es evidente y este bajón llega en pleno maratón (el jueves recibe al Leganés y el domingo visita Las Palmas) y con varias piezas claves (Galarreta y Amath) en la enfermería. La buena noticia es que ya no se volverá a enfrentar al Fuenlabrada.... O eso parece.