Acción del partido que disputaron en Son Moix el Mallorca y el Sporting. | M.A. Borrás

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En los éxitos y en los fracasos, el Mallorca casi siempre es el mismo. Apenas puede haber reproches para la escuadra de Luis García Plaza, que en cada función se proyecta con el mismo traje y talante. Sabedor de su superioridad, hasta ahora ha sido un equipo que ha hecho suyos casi todos los detalles. De hecho, ha resultado ganador en casi todos los combates a los puntos. Por equilibrados que hayan sido.

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Los euros pesan este año más que nunca en el torneo. Basta con echar un somero repaso a la clasificación. Los que deben estar arriba están ahí. El resto es una lucha por la supervivencia que poco tiene que ver con el conjunto balear. Ni le va ni le viene. En plena dictadura de la aristocracia, el Sporting es una rara excepción. Con un presupuesto bajo, el cuadro asturiano discute con los millonarios del torneo. Incluso los intimida.

Sucedió en Son Moix, donde el Mallorca dispuso de una excelente oportunidad para asaltar el liderato y acentuar su pujanza como equipo. Pero su adversario apenas dejó cabos sueltos. Ni tiró mal un fuera de juego ni concedió acciones para alimentar el VAR. Tan serio atrás como el Mallorca, el Sporting acabó domesticando a su rival, que esta vez no pudo pegarle ningún volantazo al partido. Con Dani Rodríguez casi siempre acorralado, el equipo bermellón anduvo confuso y errático. Su mérito fue no perder.