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Los finales nunca son perfectos. El Real Mallorca y Vicente Moreno parecían la pareja ideal. Profesionales con éxito, seres modélicos que nunca dieron pie a un cotilleo. Fieles y perfectos, parecían hechos el uno para el otro desde que se conocieron en el barro y tocaron el cielo juntos. Pero, un buen día, de repente, se rompió la relación. Fue un bombazo que descolocó a amigos y familiares, cegados por el brillo de una pareja ideal de puertas hacia afuera... que no lo era tanto en el plano privado.

Las discursiones comenzaron por tonterías, pero ambos dejaron crecer esa bola de conflictos sin resolver hasta que les aplastó sin remisión.

Nadie puede poner en duda los resultados. Dos ascensos consecutivos (una hazaña que igualó la de Juan Carlos Lorenzo) para llegar a Primera y un cariño de la hinchada ganado a pulso. Pero el epílogo ha sido el peor posible. Ni el club ni Moreno han sabido moverse en un escenario cargado de espinas. Incluso el propio técnico fue más allá cuando siguió negando la mayor. «Si no passa res, començam a fer feina dilluns», soltó en IB3... Quizás hubiera sido más fácil decir la verdad. Que aquella pareja perfecta que repartía sonrisas en cada fiesta se había acabado.