Lago Junior, en primer plano, durante el partido entre el Mallorca y el Eibar disputado en el estadio de Son Moix en la primera jornada de LaLiga. | Jaume Morey

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Decía Bartolomé Beltrán, a mediados de los noventa, que para ascender a Primera División había que ganar en Ipurua. El estadio del conjunto armero, en aquella época icono del fútbol industrial y estandarte de la Segunda División —llegó a encadenar dieciocho temporadas del tirón nadando en plata—, suponía una enorme pared para sus visitantes y un termómetro para quienes aspiraban a huir la categoría de plata a través de su trampilla superior. Décadas después, el Eibar, su inquilino desde hace 73 años, es un club modélico en cuanto a gestión y crecimiento y su estadio, ahora remodelado, el más pequeño de LaLiga (8.164 espectadores) y del resto de los grandes torneos europeos. Un recinto preparado para las alturas en el que el Mallorca también debería adaptar su mensaje al contexto actual. Para continuar en Primera División hay que ganar en Ipurua.

Lo cierto es que la leyenda del estadio del Eibar no era tal para el conjunto balear, que desde 1989 lo ha visitado en siete ocasiones, siempre como equipo de Segunda División. De hecho, el Mallorca y el cuadro guipuzcoano coinciden por primera vez en la cima esta temporada, ya que los vascos rompieron su techo histórico en 2014, cuando los bermellones se adentraban en el túnel, y desde entonces han conservado su asiento entre los grandes.

De esas siete incursiones que ha concretado el Mallorca en el domicilio eibarrés cinco acabaron en victoria visitante y solo en dos de ellas aplicaba su ley la escuadra azulgrana. En ese sentido destaca también lo bien que se ha manejado el conjunto bermellón en sus visitas más recientes. En las tres últimas impuso su sello y salió de sus instalaciones con los tres puntos dentro del equipaje.

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La versión más actual del Mallorca que ha desfilado sobre la pasarela de Ipurua es la que dirigía José Luis Oltra, en noviembre de 2013. Alojado en la mitad de la clasificación, el conjunto balear se medía a un Eibar dirigido por Gaizka Garitano que acabaría ascendiendo y que en ese momento ya circulaba por la parte alta. Después de resistir durante el primer tiempo, los baleares quebraban el equilibrio tras el descanso con un tanto de Alejandro Alfaro y facturaban un triunfo que los mantenía sobre la estela del vagón de cabeza (0-1).

Para dar con la anterior cita del Mallorca sobre el tapete de Ipurua hay que rebobinar mucho más. Exactamente hasta la temporada 1996-97, en la que el club acabó subiendo a Primera tras clavar su bandera en Eibar. Lo hizo siguiendo las coordenadas de Víctor Muñoz desde el banquillo y de la zurda de Constantin Galca entre las líneas de cal. El rumano firmaba dos tantos, el segundo de ellos desde el punto de penalti a falta de seis minutos, para tumbar a una formación local que entrenaba Periko Alonso. La exitosa trilogía del Mallorca había empezado la temporada anterior (1995-96), bajo la dirección técnica de Mané. En aquella ocasión el círculo lo cerraba José Luis Morales, también con una diana en el segundo tiempo (0-1).

Las dos derrotas que ha registrado el cuadro isleño en Ipurua corresponden a los cursos anteriores. En junio de 1995 el Eibar de Araquistain superaba con un gol de Artetxe al Mallorca de José Antonio Irulegui (1-0) y en abril de 1994 un tanto de Goran Bogdanovic se ahogaba entre los conseguidos anteriormente por Bixente y Cuéllar (2-1).

Ahora el Mallorca se asoma a Ipurua con la necesidad de salir de la cueva. Sin suscribir ninguna victoria a domicilio desde el pasado mes de abril, en el caso de conseguirla arrastraría hasta el barro a un Eibar situado a las afueras de la zona de conflicto y se rearmaría moralmente de camino a otro los tramos escarpados del calendario.