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La destitución de Maheta Molango llega tarde, muy tarde, aunque ya saben ustedes que más vale tarde que nunca. Robert Sarver cometió su primer gran error al convertir en ejecutivo a un abogado sin experiencia en la gestión de un club de futbol. Y desde entonces hasta ayer ha avalado los desastres de Molango.

El consejero delegado se instaló en la planta más noble de Son Moix y se ha dedicado a gestionar la entidad contra el mallorquinismo. Soberbio y orgulloso, se ha rodeado de un séquito de fieles que, con honradas excepciones, jamás ha dudado de la capacidad del jefe. Ha vivido completamente alejado de la realidad.

No ha sabido ganarse el aprecio y el reconocimiento de la afición ni con el retorno a Primera. Y jamás ha sabido convertir al Mallorca en el proyecto colectivo de la sociedad isleña.

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Gestionar nunca es fácil, aunque es evidente que dirigir a un equipo del club de los ricos es siempre más sencillo que capitanear una sociedad con dificultades económicas. En esta temporada, con el límite salarial más bajo de Primera, no ha sido capaz de ampliar la capacidad económica, pese a que el presupuesto prevé unos beneficios de más de 11 millones de euros.

Es probable que jamás sepamos las razones que han provocado la destitución. De hecho, las causas seguro que son múltiples y diversas. Ahora bien, recuerden que el descenso a Segunda División B no provocó la destitución del consejero delegado. Ahora, queda abierta la puerta a la especulación. Piensen mal y seguro que aciertan. ¿No?

El consejero delegado ha demostrado su falta de experiencia en numerosas ocasiones con sus declaraciones públicas. Callado, evidentemente, acertaba mucho más que cuando decidía hablar. En fin... Bon vent!l