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Con octubre recién precintado, las primeras urgencias aparecen por los pasillos del Real Mallorca. Perjudicados por el VAR (cinco penaltis) y el infortunio (seis balones a la madera), el grupo balear también debe mejorar sus prestaciones en ambas áreas para salir del laberinto en el que está inmerso desde que las primeras rampas del campeonato. Porque desde aquella alegría en el amanecer de la Liga, allá por el 17 de agosto frente al Eibar, el Mallorca no carbura.

Tres derrotas consecutivas, un empate milagroso ante el Athletic -Reina le detuvo un penalti a Aduriz en el descuento-, y de nuevo tres caídas seguidas que le han empujado al fondo del barranco con la peor marca de la era Moreno.

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El técnico insiste en que «algún día» se hará justicia. Y que el equipo no tiene los puntos que se merece. Pero Moreno sabe, como cualquier entrenador, que los merecimientos sirven para poco en un mundo que premia más el fondo que la forma.

El duelo de este mediodía ante el Espanyol, también en descenso, se antoja ideal para asomar la cabeza a la superficie. Ganar supondría frenar la caída y llenarse el depósito de moral para afrontar la visita del Real Madrid dentro de dos semanas -la Liga se detiene de nuevo- con la confianza por las nubes y sin nada que perder. Es la hora de levantarse. Sin excusas. Sin VAR ni postes ni penaltis... Jugando al fútbol y con Son Moix entregado.