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Al Mallorca de Moreno le sobra amor propio -y compromiso-, pero pocas cosas más en su nuevo hábitat, donde convive con la derrota. Se lo recordó anoche el Atlético, que se rehabilitó en Son Moix sin encontrar excesiva oposición (0-2). El desembarco del primer grande esbozó una pugna desigual, incluso cruel para la escuadra balear, que se pasó la mitad del partido siguiendo el rastro del balón.

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Con el Mallorca acomplejado y refugiado en su propio campo, su adversario manejó el partido como le vino en gana. El Atlético se apropió de la pelota y atacó por dentro y por fuera sin encontrar contestación alguna. Ocupado únicamente en achicar agua, la resistencia local se quebró cuando Diego Costa, que había avisado en varias ocasiones, acabó cazando un centro de Koke.

Finalizado el primer acto, la exigua renta rojiblanca fue una bendición para el Mallorca, que alteró su registró en la continuación. Obligado a empujar, ganó territorio y también posesión, dos detalles que sorprendieron al Atlético. Con Take Kubo al frente de las operaciones, los bermellones amenazaron un par de veces, pero sin tino en el último golpeo. El equipo de Simeone no se descompuso, aunque encontró el gol que empaquetaba el partido cuando menos lo merecía. Ante una misión imposible, Moreno tiró de Abdón y Alegría, antes había puesto en danza a Trajkovski, pero el asunto estaba liquidado.
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