Formación del Real Mallorca en la temporada 1988/99 en la que acabaría logrando el ascenso a Primera. | UH

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Dos décadas y media después de sufrir su primer descenso ante el Espanyol, en la fatídica promoción de la temporada 1962-63 que se decidió en un partido de desempate, el Real Mallorca se tomó la revancha. Fue también en la eliminatoria definitiva, en un Lluís Sitjar repleto hasta la bandera y con goles autóctonos.

Miquel Àngel Nadal, que comenzaba a llamar la atención de los grandes, y un juvenil que apenas un año antes jugaba en el Cide como Gabriel Vidal sellaron el regreso a la máxima categoría perdida doce meses antes, también en la promoción, ante el Real Oviedo. Fue el segundo ascenso con Serra Ferrer en el banquillo.

La caída a Segunda provocó una nueva revolución en el vestuario. Miquel Contestí volvió a remodelar casi toda la plantilla y firmó a futbolistas que dejaron huella en el club como Ángel Pedraza, Sala, Zoran Vulic, Parra o Stojadinovic.

El presidente apostó por Ivan Brzic para la dirección técnico y el equipo arrancó el curso con buenos resultados, hasta situarse líder en la octava jornada. Los goles de Álvaro Cervera y Zoran Stojadinovic se tradujeron en puntos y todo parecía ir viento en popa. La primera derrota se produjo en Las Llanas ante el Sestao en la décima jornada. El triunfo ante el Eibar y un empate en Vallecas situaron de nuevo al grupo balear en el camino correcto, aunque comenzaban a arreciar las primeras críticas por el mal juego del equipo.

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A finales de noviembre, la luz roja se encendió por los pasillos del Sitjar tras una derrota en casa ante el Xerez. Dos tropiezos consecutivos para cerrar el año en Tenerife y frente al Castellón, en el Lluís Sitjar el día de Nochevieja, propiciaron la destitución de Brzic ese último día de 1988.

Contestí volvió a recurrir a Serra Ferrer, al que le descenso de la campaña anterior le había dejado marcado. La primera decisión del pobler fue hacer debutar a Gabriel Vidal y situar a Zoran Vulic en el centro del campo. El resultado fue un triunfo en Alzira (0-1) en el primer partido de 1989. Pero ese arranque fue un espejismo, ya que el Mallorca perdía altura de forma alarmante en la clasificación. Tres derrotas consecutivas le empujaron hasta la duodécima posición en la jornada 22. Pero aquel equipo tiró de orgullo y las victorias llegaron sin parar. Una racha extraordinaria de ocho victorias en nueve partidos le permitieron asomarse de nuevo entre los aspirantes al ascenso.

De repente, la lesión de Zaki Badou, agrietó los cimientos de la recuperación. El Mallorca se puso a buscar un portero a contrarreloj y logró la cesión del azulgrana Eduard Abadal, que cometió un par de errores considerables.

El marroquí reapareció a tiempo para jugar en Castellón, que era líder, y salvar un punto que le metió en la promoción. El Mallorca remontó el 1-0 de Sarrià con los goles de Nadal y Vidal.