Imagen conmemorativa de la plantilla que logró el primer ascenso a Primera en la temporada 1959-60.

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El 17 de abril de 1960, 44 años, un mes y 12 días después de su fundación con el nombre de Alfonso XIII, el Real Mallorca alcanzaba por primera vez la cumbre del fútbol nacional. El presidente Jaume Rosselló, que apenas un año antes había echado a prácticamente toda la plantilla, apostó por entregarle la responsabilidad de conducir el grupo al jugador argentino Juan Carlos Lorenzo, que jamás se había sentado en un banquillo y que realizando funciones de jugador-entrenador ascendió al Mallorca de Tercera a Primera División en dos temporadas. El primer impulso hacia la nobleza llegó en un epílogo de infarto. La victoria en el campo del Vallejo, el feudo del Levante por 1-2 y la derrota del Córdoba en San Fernando impulsaron al club balear a la cima de su historia.

La conexión perfecta

Los goles de Julián Mir -un pobler de apenas 18 años que tuvo el honor de ser el único mallorquín en aquella alineación por la sanción de Joan Forteza- y Rodríguez II provocaron un estallido de alegría incontenible, como refleja el espectacular recibimiento a los héroes.

Para acometer el proyecto del ascenso a Primera, el Mallorca había formado una plantilla muy competitiva que en verano ya había confirmado su candidatura al vencer al Barcelona en Les Corts (1-4). Entre los fichajes más llamativos destacaban el portero Ricardo Zamora junior; el extremo Antonio Oviedo; el delantero Laguardia de la Real Sociedad o el húngaro Czoka, delantero cedido por el Atlético de Madrid.

Di Stéfano, rojillo por un día

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La temporada 1958-59 había arrancado con otro acontecimiento histórico el 8 de agosto cuando se inauguró oficialmente la iluminación del estadio Lluís Sitjar con un ensayo entre dos equipos del Mallorca. Seis días después, el equipo balear se enfrentó al Newcastle inglés en el que la noticia fue la presencia de Alfredo Di Stéfano vestido con la camiseta del Mallorca gracias a la amistad que le unía al técnico Juan Carlos Lorenzo.

El estreno del campeonato resultó perfecto con un incontestable triunfo en Almendralejo (1-3) con un triplete del valenciano Ricardo García. El primer tropiezo de los hombres de Juan Carlos Lorenzo, que llegó a alinearse en siete encuentros, fue en Huelva (2-1) pero el Mallorca se mostró como un equipo regular y fiable, sobre todo en casa, donde no perdió ni un solo partido en todo el campeonato.

Desde esos primeros capítulos los candidatos tomaron posiciones. Córdoba y Jaén se perfilaban como los máximos rivales del Mallorca en la lucha por el ascenso en ese Grupo Sur. Recordemos que entonces la categoría se dividía en dos grupos y ascendían directamente los dos campeones.

Con un pulso entre los tres se llegó a la última jornada. El Córdoba dependía de sí mismo para subir a la máxima categoría y se enfrentaba a un San Fernando situado en la zona media. Pero perdió y el Mallorca aprovechó esa derrota con una victoria en el campo del Levante que prendió la mecha de la euforia.

Casi medio siglo después de su fundación, el Mallorca lograba inscribir su nombre entre los grandes del fútbol español, cuando apenas dos años antes militaba en Tercera. Entre Rosselló y Lorenzo cambiaron la historia.