Los jugadores del Real Mallorca celebran un gol en Son Moix. | Javier Padilla

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En plena cuenta atrás, a toda velocidad y con el sol de cara, el Real Mallorca ha viajado a Tarragona para acorazar la butaca que ocupa en las plantas superiores de la Segunda División. Cuarto en la clasificación, con la espalda protegida por un pequeño colchón y la segunda plaza a una distancia aún recuperable, el conjunto balear irrumpe en el hogar del Nàstic para representar otra función básica, ahora frente a un oponente en ruinas. El equipo catalán, que la semana pasada certificó su descenso tras meses de agonía, recibe a un rival repleto de partes de su pasado que no tiene nada en juego más allá del orgullo (Nou Estadi, LaLiga 123 TV, 16.00 horas).

Calificada de «partido trampa» por algunos de los futbolistas de la plantilla, la cita acarrea una misión prioritaria para el Real Mallorca, que se encuentra frente a una buena oportunidad para seguir atando cabos en su excursión cuesta arriba. Se la juega ante un equipo ya desahuciado abriendo la tanda de partidos del sábado, mientras que algunos de sus rivales directos deberán resolver otro tipo de duelos mucho más comprometidos.

En cualquier caso, en el vestuario de Son Moix nadie se fía de una formación aparentemente reducida a cenizas. Entienden la situación del Nàstic como un peligro potencial y se oponen a cualquier muestra de confianza. Para Vicente Moreno es un choque marcado en rojo por partida doble. Además de la importancia de los puntos que habrá encima de la mesa, el entrenador del Real Mallorca regresa a uno de los escenarios más especiales de su carrera deportiva.

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En cuatro temporadas a los mandos del Nàstic rescató al club grana de las profundidades de la Segunda B y estuvo peleando por llevarlo a Primera con un bloque en el que también habitaban futbolistas como Manolo Reina, Álex López, Lago Junior o Xisco Campos, que junto al técnico estarán hoy en la orilla visitante.

En el regreso a la que fue su casa Moreno pierde a dos jugadores claves en su pizarra por acumulación de amonestaciones. El primero es Antonio Raíllo, cuyo agujero será cubierto seguramente por Xisco Campos, aunque el técnico dispone también de la bala de Franco Russo. El segundo gran ausente será Dani Rodríguez. El gallego, que completó una actuación gigantesca contra el Sporting, abre un hueco importante en la zona ancha, pero en el banquillo hay alternativas de sobra. Desde Leo Suárez, que podría situarse a la espalda de Budimir, a Baba pasando por Stoichkov, Abdón o Álex López, el héroe de la última victoria.

El Nàstic de Tarragona es el último equipo clasificado de la liga sin tener en cuenta a su vecino Reus, dispone de solo 28 puntos en la cuenta corriente y el único aliciente que le queda es adelantar a un Córdoba que también pende de un hilo.

Su entrenador, Enrique Martín, no podrá contar con los lesionados Sebas Coris y Ramiro Guerra, que se han pasado gran parte del campeonato en la enfermería, y buscará un buen resultado que endulce un tramo final de la temporada que amenaza con hacerse eterno. Tampoco se espera que los catalanes cuenten con un gran apoyo en el Nou Estadi, que hoy estará tomado por la afición del Mallorca.