Los jugadores del Mallorca celebrando la victoria ante la Palmas. | LOF

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El Mallorca quebró en Las Palmas la tendencia minifundista que llevaba tiempo arrastrando por las afueras de Son Moix y suscribió su ingreso entre los mejores del torneo. El grupo de Moreno (1-2) corroboró de paso que ha alcanzado el escenario más crucial de la competición a velocidad de crucero, un indicativo que otorga un poco más de lustre al manual de un entrenador que continúa esforzándose en contener la euforia que envuelve a su equipo.

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El Mallorca ganó en el Gran Canaria aleccionando a su adversario y con once partidos por delante es inevitable deletrear objetivos que meses atrás parecían vedados a la escuadra balear. La llegada de Ante Budimir ha elevado el estatus de un equipo que sigue teniendo su fuerza en el bloque y que ha empezado a despachar sus partidos con una solvencia notable.

Futbolísticamente, el nivel de juego que ha adquirido el Mallorca probablemente sólo es equiparable a Osasuna, que lidera la competición desde hace un puñado de jornadas y tiene el rumbo marcado hacia el ascenso. Nadie cotiza tan al alza como los navarros, pero tampoco nadie ofrece una propuesta coral tan convincente como la del Mallorca, que ayer se despojó de golpe de la leyenda negra que acunaba en sus desplazamientos. El subidón es innegable. Queda tela por cortar, pero la candidatura ya está sobre la mesa...